La galería Espaciofoto acoge «Azules, ocres, y el paso del tiempo«, una individual del artista José María Díaz-Maroto (Madrid, 1957) en la que encontramos 19 fotografías a color realizadas por el autor en los últimos cinco años.
Francisco Carpio escribe en el catálogo de la exposición:
Metáforas de la mirada inquieta del fotógrafo, viajero infatigable que fija su objetivo en algunos rincones olvidados de La Habana vieja, o se deja invadir por los paisajes terrosos del Cabo de Gata. Son imágenes inundadas del azul infinito del mar de Panamá o del efecto corrosivo del tiempo en las modestas cabañas del río Cuieiras, en el Amazonas.
Del mismo modo que nos confesaba el (buen) “salvaje” Gauguin, las fotografías de José María Díaz-Maroto están también escritas con la luz de las emociones y reveladas con la policromada química del color. Un color igualmente libre e igualmente arbitrario en tanto que ha seleccionado dos tonos fundamentales para escribir su personal (foto)grafía: Azul y Ocre. Agua y Luz. Mar y Tierra.
La mirada cálida, curiosa, azulada y albero de un viajero en busca de otras tierras. Pupilas sobre la piel tostada del Caribe, de Canarias, del Cabo de Gata, de Brasil… Nuestro artista nos dirá: “…los viajes alimentan mi espíritu…” Y, sin duda, el viaje ha sido y es avituallamiento constante y fundamental en su mochila… de viajero.
Creador de parajes fotográficos, cazador de territorios, muchas de las fotografías que presenta en este nuevo proyecto siguen arrojando una mirada tan teñida de sus propias experiencias que parece haber sido proyectada más sobre un mundo inventado que sobre un mundo inventariado. Esa necesidad impulsiva y compulsiva por conocer nuevos espacios, humanos y naturales, que supone el viajar está, pues, bien presente a lo largo de toda la trayectoria artística de José María Díaz-Maroto.
Como ya he señalado, formalmente estas fotografías se construyen con la bipolaridad de dos colores esenciales. Por un lado (de la paleta) el azul. “¿Qué es el azul? El azul no tiene dimensiones. Está más allá de las dimensiones de las que beben otros colores…” Apasionado por el cielo azul de su ciudad natal, Niza, e inspirado también por los frescos azules del Giotto en Asís, para el artista francés Ives Klein este color, como el mar y el cielo, encarna los aspectos más abstractos de la naturaleza tangible y visual.
Ante la –aparente- frialdad del azul, el calor de otro color. El ocre es un color que contiene los básicos del espectro, es decir una base en amarillo, algo de rojo y algo de azul. El ocre nos parece un color fogoso pero, a la vez, connota placidez y serenidad.
Del mismo modo, el Tiempo, junto a otros territorios conceptuales ligados a él, como puedan ser el sentido de lo que perdurable o no, e igualmente la idea de memoria, y los filamentos del recuerdo de las experiencias (personales y compartidas) son también objetos de deseo, en este caso, artísticos, que Díaz-Maroto intenta conjugar con el verbo de sus imágenes fotográficas. Una buena parte de estas fotografías reflexiona sobre el paisaje y se inserta dentro de ese ámbito de observación y meditación (dos palabras que, inevitablemente, siempre acaban rimando) de la naturaleza del que nos hablaba Cicerón.
Artista: José María Díaz-Maroto
Fechas: Hasta el 31 de enero de 2015
Lugar: Espaciofoto, Madrid