Elia Tomás, nombre artístico, (Motta di Livenza, (Treviso), región del Véneto, Italia, 1979). Vive y trabaja en Madrid desde 2011. Bachiller en Cultura Clásica por el Liceo L. C. Scarpa, Oderzo, Treviso, Italia (1998). Licenciado en Psicología Clínica por la Universidad de Padua, Italia (2004). Máster en Sexología con perspectiva de género por la Fundación Sexpol / Universidad de Lebrija (2019). Al llegar a España, desplaza la escultura y adopta la pintura como nuevo lenguaje para expresarse y sentirse una persona totalmente nueva. Explora las inquietudes y las contradicciones del sentirse diferente. Sigue poniéndose muchas máscaras, aunque la mayor parte de las veces es por pura diversión. Usa colores que usaría una chica de doce años y pinta hombres y mujeres que viven en una adolescencia sin fin, reinas y dioses de la nada.
PAC – Te proyectas desde Madrid. ¿Te hubiera gustado cambiar de lugar y hacerlo desde allí?
Elia Tomás – Como sabes, soy italiano y llevo diez años viviendo en Madrid. En ningún momento me he planteado como hubiera sido mi recorrido profesional en otro sitio porque siempre tuve la impresión de que tenía que estar aquí.
¿Has tenido alguna vez uno de esos periodos en tu vida en los que todo encaja a la perfección? Así me he sentido yo a lo largo de estos años. Actualmente me gusta la idea de tener colaboraciones en otras ciudades, pero Madrid es mi base y nunca me he imaginado en otra ciudad.
PAC – ¿Crees que tu trayectoria habría sido la misma?
Elia Tomás – Cuando vivía en Italia tuve cierta trayectoria artística en la escultura que me llevó a exponer en proyectos ambiciosos; sin embargo, en ninguna ocasión sentí el apoyo de instituciones o galerías de arte y, cuando se acababa el festival o la exposición de turno, me cuestionaba continuamente si era lo suficientemente bueno en lo que hacía, nadie me animaba a seguir con mi trabajo. Si me hubiese quedado allí, seguramente lo habría dejado.
Estos problemas se fueron acentuando a partir del 2010. Me mudé a vivir a la ciudad de Trento. Las políticas allí se centraban en promocionar el trabajo de artistas jóvenes originarios del territorio. Cuando pasé los treinta años, ya no se me consideraba joven, y siendo de otra comunidad, en muchas ocasiones no podía participar en concursos y selecciones. Me sentía discriminado. Creo que esos años fueron los peores de mi vida: sentirse viejo y fuera de lugar con treinta años es horrible. Encima, era maricón en una ciudad donde no había ni un solo bar gay y mucha gente estaba armarizada. Lo pasé tan mal que decidí hacer todo lo posible para irme a vivir al extranjero. No tenía nada que perder.
PAC – ¿Qué te impulsa a dedicarte a la práctica artística?
Elia Tomás – Hay mucha energía en mi trabajo artístico y creo que esa chispa de excitación es exactamente lo que me impulsa a realizar obras de arte; es como una sensación de adrenalina: ¿Y si? ¿Y si me mudara a vivir en otro país? ¿Y si explorara esta contradicción? ¿Y si cogiera este momento oscuro para convertirlo en luz?
Nunca se habla suficientemente sobre esta energía creativa. Es la ilusión de no tener límites, el deseo de abrir posibilidades. Ésta es fundamental para perseguir nuestro bienestar, sobre todo cuando parece que la vida te está cerrando puertas.
PAC – ¿Qué ansiabas?
Elia Tomás – Al venirme a España, quería marcar distancia respecto a los últimos años en Italia, así que me inventé un nombre: Elia Tomás. Sentía que, con ese alias, podía ser una persona diferente. Sabes que hay muchos estudios que hablan sobre eso… sobre cómo cambia nuestra personalidad en función del lenguaje que utilizamos.
Elia Tomás buscaba simplemente la posibilidad de conocerse y de entenderse mejor. Por eso decidió dejar Italia para inventarse una vida en otro país. Y por eso decidió dejar la escultura para aprender otro lenguaje artístico: la pintura.
PAC – ¿Lo encontraste?
Elia Tomás – Desde el primer momento Madrid me dio ese espacio que necesitaba. Fíjate que nada más meter pie en este país nos invitaron a exponer, a mi ex marido y a mí, en un evento especial titulado Vanitas. Esto fue muy loco: Carlota Love Art, una comisaria independiente, empezó a seguir el perfil que teníamos en Instagram y a la semana nos invitó al Chicote con muchos otros artistas. Allí me encontré con David Trullo, Antonio Fernández Álvira, Fernando Bayona, Ruth Montel Arias, Juan Palomares y con muchas otras personas que admiro, y se empezó a organizar este evento de tres días. Me parecía surrealista y maravilloso. Se pueden decir muchas cosas sobre la ciudad de Madrid, pero, ¿sabes qué? Nunca me he sentido tan en casa en tan poco tiempo aquí. Carlota Love Art fue también la primera comisaria en seleccionar tres cuadros de Elia Tomás para otra exposición en la Factoría de Arte y Desarrollo. Le debo mucho.
PAC – ¿Qué crees que puede mejorarse en el Sistema del arte?
Elia Tomás – Aquí en Madrid hay una fractura evidente entre unas pocas galerías muy potentes y muchas galerías pequeñas que intentan crecer entre muchas dificultades. Pienso que faltan políticas y estrategias económicas más atrevidas y progresistas para convertir el arte en algo más accesible y, al mismo tiempo, para no identificar la calidad de una obra exclusivamente por su valor en el mercado.
Admiro mucho a esas personas que intentan buscar su manera de llegar al coleccionista: hablo de quién consigue convertir su web, por ejemplo, en una plataforma para vender directamente su obra. Yo estuve al punto de planteármelo, pero gestionar todo (producción artística, promoción, organización, ventas) me parecía agotador. Me pregunto también que queda de esa chispa creativa cuando tienes que estar veinticuatro horas al día detrás de las redes, el marketing y la promoción.
Todo esto nos lleva también a otra cuestión muy actual: la confusión entre roles. Cada dos por tres me escriben galerías diciéndome que están muy interesadas en mi trabajo, y que lo pueden exponer por el “pequeño” gasto de dos mil o tres mil euros. Los que supuestamente tendrían que vender mi trabajo me están ofreciendo un servicio de pago. ¿Quién produce el arte? ¿Quién lo vende? ¿Y quién lo selecciona entre diferentes propuestas? Vivimos en tiempos en los que todo esto se cuestiona. Muy a menudo, me sobreviene una vaga impresión de estar siendo utilizado, de ser un recurso como muchos otros.
Luego está el tema político (porque, ¿lo sabemos no?) El arte es necesariamente política, necesariamente. Da igual que tú lo veas o no lo veas, sencillamente, lo es. Hay una dimensión política que tenemos que cuidar en nuestro trabajo: no somos láminas de Ikea, queremos comunicar algo con nuestras obras, sea lo que sea. Tenemos que responsabilizarnos de eso.
Y claro, en el sistema del arte no podemos olvidar el peso que tienen las políticas nacionales y regionales para el apoyo y fomento de la creación. Son fundamentales. Necesitamos políticas que den espacio a esas narraciones diferentes y disidentes para enriquecer el universo cultural en el que vivimos. Necesitamos políticas que apoyen y ayuden a quién está haciendo un buen trabajo y necesitamos políticos que entiendan como utilizar la cultura como instrumento para fortalecer relaciones humanas y promocionar el crecimiento individual de cada persona.
PAC – ¿Qué deberíamos aportar y eliminar al Sistema?
Elia Tomás – Lo primero que deberíamos eliminar son las esculturas de las Meninas de las calles de Madrid (¡ja, ja, ja, ja!) Hagamos lo que recomendaba Miss Beige: ¡una performance en la que exploten todas al mismo tiempo!
Bromas aparte, creo que vendría bien eliminar parte de ese neoliberalismo salvaje que no permite cuidar ni de los artistas, ni de los coleccionistas, ni de las galerías, ni del público, ni de las obras. Poner una escultura patrocinada por VISA, en plena Gran Vía, en la que está promocionada una tarjeta de crédito, no es arte: es hacer publicidad de manera gratuita. Es el resultado mediocre de un esfuerzo mediocre. Que la gente se haga fotos frente a semejantes horrores confirma, una vez más, la necesidad de una oferta cultural más ambiciosa. Necesitamos más calidad y mejores instrumentos económicos y políticos para promocionarla.
Tenemos que cuidar de esos espacios alternativos en donde se busca ofrecer algo diferente.
PAC – Asociacionismo profesional ¿qué opinas?
Elia Tomás – Cuando vivía en Italia vi el lado más turbio del asociacionismo profesional: en ese caso era solo una excusa para defender los privilegios de ciertas personas. Tú no eres nadie y, si quieres ser alguien, tienes que pertenecer a este grupo y tienes que demostrarnos que no nos vas a quitar nada. ¡Era una verdadera mafia! Me sentía como en esas películas de teenagers (o quinceañeros) en las que tú eres una chica de catorce años y las chicas de dieciocho te miran con desconfianza.
Creo que el asociacionismo profesional en ámbito artístico es muy útil y positivo cuando crea sinergias honestas que promocionan el crecimiento y cierta curiosidad, esto lo he visto algunas veces en Madrid, tengo diferentes amigos que se han asociado para poder alquilar un espacio y auto-gestionarlo, organizar eventos y promocionar el propio trabajo o el de otros artistas.
También pienso en sitios como Zapadores Ciudad del Arte. ¿Has estado allí alguna vez? El primer sábado del mes abren todos los talleres al público: es una ocasión fantástica para conocer todos los artistas que trabajan en ese viejo cuartel militar y respirar un poco de esa sinergia. El Espacio Arriaza 11, de Roberto Gonzáles Fernández y Javier Mazorra, también es un lugar en donde confluyen muchísimas energías y donde encontrarse y sentirse parte de una comunidad viva de artistas.
PAC – Háblanos un poco de tu trayectoria:
Elia Tomás – Empiezo tarde, con veintisiete años. En principio, me dediqué a la escultura en madera o papel, trabajando en el concepto de memoria individual y colectiva. Mi obra El Atracadero fue seleccionada para el festival Movimentazioni, un proyecto sobre la interculturalidad. En esta instalación, ciento una muñecas de papel salen de un cajón de madera, como si fuera un viejo barco que ha llegado finalmente a una nueva tierra: un recuerdo de la emigración italiana y, al mismo tiempo, una imagen que vemos cada día en televisión.
Cuatro años más tarde, fui yo el que llegó a otro país. El 13 de septiembre de 2012 toqué suelo español y en ese momento nació Elia Tomás.
En sus primeras pinturas, Elia explora cuerpos de hombres borrando contextos, fondos y referencias. La historia entre líneas de estos retratos eróticos es la de un chico que busca dar espacio a su sexualidad en un contexto cultural que le niega ese derecho.
Mi visibilidad aumenta con la serie Red Line, dos años después. Es una serie ovalada cuyos protagonistas son hombres maquillados. El maquillaje se funde en la cara con cicatrices y heridas: ¿Cuál es el precio de cuestionarse la propia masculinidad? ¿Y cuál el resultado? Estoy muy agradecido a esta serie, creo que transmite el sufrimiento del buscarse y el placer del encontrarse, pese a todas las dificultades.
La serie Noiseless es mi proyecto más oscuro. Retratos de grupo masculinos de diferentes épocas en los que una persona no tiene rostro. ¿Qué fue de esos hombres que no pudieron vivir a pleno su identidad o su orientación sexual y tuvieron que esconderse detrás de una fachada? A todas esas personas que ya no existen, y a ese sufrimiento silencioso, están dedicados estos doce cuadros.
A partir del 2016, y gracias a la ayuda de una buena psicóloga, me quito por fin muchos pesos de encima y cambia totalmente mi paleta cromática. Nace Groupies, la serie que más representa mi evolución. Los dioses del rock han muerto, ahora solo quedamos nosotras, las groupies. Somos los nuevos dioses y vivimos en un eterno y ficticio presente, alimentando nuestro ego en el intento de construir una felicidad efímera. El tema de las redes sociales es omnipresente, así como este aspecto tan adolescente típico de muchos hombres homosexuales de mi generación.
En mis últimos trabajos he ido ampliando cada vez más las inquietudes de esta última serie, llegando a profundizar el tema del placer, las adicciones y el narcisismo.
PAC – Defínete mediante hashtags o etiquetas.
Elia Tomás – #Maricón #Sexy #Acrílico #Exagerado #Rosa #Monstruos #Perderse #Redes #Follar #Revelaciones #Máscaras #Grotesco #Club #Música #Juegos #ChicosMalos #Piernacas #ÑamÑam #BuenaGente #Narcisismos #Ego
PAC – ¿Cuáles son los temas de tu trabajo artístico?
Elia Tomás – La búsqueda continua de placer, como la chispa que nos mantiene vivos; el narcisismo; la relación entre persona y personaje; y cierta adolescencia retardada que se convierte en un estilo de vida.
PAC – ¿Algún proyecto, pendiente, que te gustaría realizar?
Elia Tomás – En mi futuro próximo voy a integrar elementos de escultura en mi trabajo artístico, voy a trabajar cada vez más con máscaras. Nací en un pequeño pueblo cerca de la ciudad de Venecia y me apetece recuperar todo lo que pertenece a mis raíces culturales para dar más sustancia a todo lo que he aprendido aquí.
PAC – Un deseo
Elia Tomás – La otra noche estuve en un concierto de la sala Sol aquí en Madrid. Pinchaba Robotnick, un auténtico icono de la ítalo-disco. ¿Sabes cuántos años tiene ese hombre? Setenta. Y allí estaba, dándolo todo, cantando, compartiendo su música y haciéndonos bailar. Pues este es mi deseo: llegar a los setenta como ese hombre, sin perder esa chispa que te enciende y que enciende a las personas que tienes a tu alrededor.
Etiquetas: Elia Tomás, José Luis Martínez Meseguer Última modificación: 5 septiembre, 2023
Magnífica entrevista de principio a fin. Desconocía por completo al artista y obra. Interesante reflexión sobre el arte (cambia la escultura por la pintura) en general y la situación del artista frente a su realidad vital (género-problemas en su país europeo natal-) y a la actitud política del artista en la sociedad neoliberal actual. Muy interesante