Paloma Blanco Casanova (Alicante, 1977). Vive y trabaja en Alicante. Licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Castilla-La Mancha (1997). Artista y docente. Es nieta del escultor e imaginero Rafael Blanco. También ha colaborado en les fogueres. Actualmente se dedica a la práctica artística contemporánea desde la más absoluta libertad.
PAC.- En «Pornobordados» (2004), y a la manera de un perfeccionista bordado tradicional, hilvanas unas imágenes absolutamente escabrosas y en «Pornotapados» (2007) intervienes imágenes sacadas de revistas pornográficas, sobre las que pintas y realizas tapados que al perder su contexto tienen una interesante lectura. ¿Os gusta más a las mujeres acercados a la pornografía desde el humor?
P.B.- No puedo hablar en nombre de “Las Mujeres”, te puedo contar lo mío y lo que sé de las que tengo cerca. A mí me gusta acercarme desde el humor a casi todo. A la pornografía me acerqué en ese momento que hice esos dos trabajos, los bordados no eran tan graciosos como los «Pornotapados», pero igualmente era bastante cachondo el juntar el bordado, que mi abuela me había enseñado y que llevan haciendo las mujeres tanto tiempo y tan tapaditas, con las barbaridades de felaciones, vulvas y orgías. Me interesó este contraste gracioso.
PAC.- ¿Sería necesaria una pornografía femenina?
P.B.-Sería necesario que las mujeres tuvieran un papel más importante absolutamente en todos los temas artísticos, políticos y culturales. Y me gustaría que no hubiera una pornografía enfocada solo a mujeres o a hombres, que pudieras ver una peli con un tío y que ambos se excitaran por igual. Como el cine, en general, o el arte, o la literatura, no me gustan las cosas que excluyen gente. Es como las fiestas de chicos o las de chicas, me ha parecido un rollo toda la vida.
PAC.- «Maripelo y la serpiente» (2012), otra de tus series, da rienda suelta a tu imaginación, apoyándote en una búsqueda en Google que te lleva a las palabras: “pulpo, moño, morena, anguila, trenza, bellea del foc, escamas, tela fallera, mantilla, pelo, pepino de mar”. Incluso uno de ellos fue boceto para una propuesta de hoguera experimental. Ese espíritu de la foguera, ese “joie de vivre” o alegría de vivir, creo que es una característica muy importante de tu quehacer. ¿Entiendes que también la foguera puede ser práctica artística contemporánea?
P.B. – Mi relación con las hogueras ha sido bastante nula, hasta que salió el concurso de Hogueras Experimentales, que empezó de nuevo la Hoguera del Pla de Bon Repós hace tres años, y que organiza -entre otros- mi amigo Víctor López Arenas, que fue el que me convenció para que me presentara. Es extraño porque ya mi abuelo Rafael Blanco, escultor, hizo alguna hoguera en su día, y mi padre, Pepe, y su hermano, Fulgencio, se presentaron muchas veces al concurso de Hogueras Experimentales que entonces existía, y ganaron varios certámenes y carteles.
En general, las hogueras, como objetos descomunales en medio de una calle, me parecen algo interesante, pero me da la sensación que siempre es lo mismo, el mismo tipo de figura, el mismo tipo de concepto. Me imagino que no debe ser fácil hacer una hoguera y el que está en el ajo no debe tener mucho margen para experimentar, pero la conclusión es que me aburren soberanamente, aunque admiro la ejecución del armatoste. Y al final me pasa un poco como siempre, nunca las he vivido demasiado entregada y las cosas cuanto más las vives, más te gustan, la cuestión es que te apetezca meterte o no. Pero por otro lado me parece una cosa tan alicantina que me hace gracia. Me gusta Alicante y las Hogueras forman parte de ella.
PAC.- ¿Por qué la eterna diferencia entre arte y artesanía?
P.B. – No persiguen los mismos objetivos. Los artesanos fabrican productos a mano para vender, básicamente. Por supuesto tienen mucho de artistas, unos más que otros. Aunque últimamente la palabra artesanía me tiene unas connotaciones pelín aburridas, me viene a la cabeza los mercadillos medievales y las tienditas de cosas hindúes, y se me pone la piel de gallina de lo poco que me gusta. Con el arte me pasa un poco lo mismo, estoy aburrida de ver cosas que no me gustan. Igual soy yo que no estoy muy receptiva…
El arte en principio no persigue ser vendido. En realidad no sé muy bien lo que persigue, eso de…despertar emociones y todo ese rollo. Yo hago arte por puro placer de hacerlo. Aunque tampoco sé si lo que hago es arte o no, la verdad no me preocupa demasiado. A mi profesor de pintura de la Facultad de Cuenca, Cao, le preguntaron una vez ¿qué es el arte? y contestó: «¿A qué saben las lentejas?».
Al final todo se mezcla un poco, muchas veces el arte es artesanía y viceversa. Aunque el arte no necesita ser artesano ni mucho menos, yo nunca me he considerado artesana, y artista, aunque me cueste reconocerlo, sí.
PAC.- Tu pintura, presenta unos temas muy domésticos, cotidianos, incluso si consideramos los de tema cinematográfico. Imágenes de los media, películas, etc. Lo popular tiene una gran influencia en tu pintura. ¿Te sientes un artista lowbrow, la adaptación actual del Pop histórico, de los ‘70?
P.B.- Confieso que acabo de buscar lowbrow en internet, y no me siento nada identificada con lo que veo, me gusta, aunque parece que está como muy de moda ahora, ¿no? Sí que me han dicho que andaba por el Pop alguna vez, que también me encanta por supuesto.
Una vez, no sé qué amigo en Cuenca, sacó una “lista de movimientos artísticos” (nunca he sabido si inventada o real) y nos echamos unas risas. A mí me tocó Pop Fantástico Neoconcreto, “mola”.
Si algo tengo con ver con estos movimientos, es que me fijo en lo que tengo alrededor para hacer arte, pero esas cosas hablan más de mí que de lo popular, no lo utilizo como discurso artístico. Tampoco he tenido un nombre para definir lo que hago, siempre que me preguntan pongo cara, cojo aire y les suelto el rollo. ¿Y tú qué haces? Pues pinto…a veces….ahora dibujo más….una vez rescaté letras de la calle e hice un arco muy chulo luminoso…y ahora diseño medallas y trofeos lo que más.
PAC.- Tu trabajo rezuma libertad, estar al margen de las modas, ¿Cuál es tu siguiente proyecto?
P.B.- He estado mucho tiempo sin pintar, me dio un “catacrac”, pero he seguido dibujando mucho, haciendo instalaciones, esculturas, y diseñando medallas y trofeos en una fábrica por las mañanas. Todo a mi ritmo.
La última colaboración que he hecho ha sido para el fanzine El Burro, editada en Madrid por unos amigos, me propusieron hacer «Artetapados», y me lo pasé tan bien que voy a intentar seguir con la serie, el que quiera saber de qué van que se compre la revista.
También he trabajado con Parking Gallery en ocasiones, es un sitio muy chulo al cual siempre quiero volver. El año que viene colaboro con ellos otra vez.
Pero mi proyecto siempre es intentar disfrutar con lo que hago, el placer de meterte en el estudio y hacer lo que te sale de verdad es fantástico. Y aunque he tenido el estudio un poco abandonado últimamente no se me olvida esa sensación y siempre ando detrás de conseguirla.
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