En un acogedor rincón de Madrid nos espera Roberta Marrero. Los nervios de saberse ante alguien profundamente admirado se disipan cuando tras regalarnos una esplendida sonrisa, consigue crear una atmósfera acogedora, casi íntima.
PAC- Roberta, durante el pasado mes de Julio tuvimos el placer de asistir a tu primera exposición individual en España. ¿Cómo ha sido ese “desembarco” desde Dinamarca y cuál sería el balance de esta exposición?
Roberta Marrero – El balance ha sido bueno. Sobre todo porque cuando de repente, tu trabajo está colgado en una galería, hay mucha gente que no te conoce absolutamente de nada y lo descubre. Eso siempre es positivo. Yo siempre pienso que lo que hago no le interesa a nadie, cuando al final ves que si… (Confidencialmente: es mucho mejor pensar eso que pensar que eres divina y que le interesas a todo el mundo). En la visita guiada que hicimos en la galería, era junio, hacia mucho calor y yo pensé, bueno, no va a venir nadie… Al final estaba lleno y además de un espectro de gente muy variado, desde personas de nuestra edad, a personas muy jovencitas, y a mi eso me gusta. Los artistas como trabajamos en nuestra casa, estamos un poco aislados, solamente cuando compartimos lo que hacemos con el mundo, es cuando verdaderamente podemos hacer balance de las cosas. El balance ha sido positivo, me alegra ver que hay gente que sintoniza con lo que hago y con lo que quiero decir, y sobre todo me gusta mucho cuando ves que no se trata de una cuestión generacional sino que las cosas que yo trato, son intergeneracionales. Como además cada vez mi trabajo es más autobiográfico, las cosas que me pasan a mi, son cosas que le pasan a muchas personas independientemente de que sean hombres, mujeres, gays, lesbianas, bisexuales, transexuales, cis, que tengan veinte años, que tengan sesenta, y eso está muy bien.
PAC- Precisamente, la experiencia personal es el punto de partida para la reflexión sobre muchos de los temas que te interesan y te obsesionan. ¿Qué lugar ocupa “lo biográfico” en tu trabajo? ¿Cuál es el retorno personal y artístico de trabajar con ese material?
Roberta Marrero – En realidad, una frase que yo uso mucho es que toda obra de arte es un autorretrato, cuando digo una obra de arte, me refiero a un artículo que escribas, a hacer un cuadro, dibujar, hacer un collage o hacer una escultura. Yo creo que al final los artistas siempre estamos hablando de nosotros, incluso cuando eliges hablar sobre una película, y no sobre otra, estás hablando de ti. Ya llevo muchos años trabajando como artista plástica , en realidad lo retomé, era algo que hacía hace tiempo, lo dejé y lo recuperé como hace 10 años, después de todo ese tiempo ya tienes perspectiva para mirar atrás. Poco a poco a raíz de mudarme a Copenhague lo autobiográfico fue cogiendo cada vez mas forma y mas peso, de una manera inconsciente al principio, hasta ahora que lo hago de una manera absolutamente consciente.
PAC- Todo este material autobiográfico te ha llevado a involucrarte en la publicación de El bebé verde. Háblanos de este proyecto. ¿Cómo es el paso de un medio como el collage/pintura al editorial?
Roberta Marrero – El verano pasado fui a unos talleres que hizo Aitor Saraiba que se llamaban Autobiografía, fui invitada por él aunque al principio no sabía muy bien de que iban. Se trataba de un taller para aprender a escribir y a dibujar tu autobiografía. Aunque yo hable de lo mío públicamente, de mis experiencias, ese taller me ayudó a quitarme mucho la máscara. La máscara es siempre una distancia entre tu y el espectador, te hace sentirte segura. El primer día del taller Aitor nos mandó deberes para casa: Escribe y dibuja sobre el día que naciste. Cuando yo nací, mi tía María y mi madre siempre decían que había nacido de color verde, porque en el parto me tragué todo lo que las mujeres echan al dar a luz, me tuvieron que dejar en una incubadora, y según ellas, era de color verde. En el ejercicio además, tuve que leerlo delante de los compañeros de taller y al llegar ese momento se me quebró la voz, me dio muchísima vergüenza. Decía que había dos cosas que marcaban mi nacimiento, una era “el color verde” y el otro acontecimiento importante fue que cuando nací, todo el mundo dijo que era un niño, pero en realidad era una niña. El libro habla de mi infancia, y de mi primera adolescencia, como niña transexual.
Fue muy difícil quitarme la máscara y contar aquello delante de desconocidos, pero cuando, lo hice, cuando rompes el tabú de hablar de ti en público, te das cuenta que tu historia es muy poderosa, porque tu historia solamente la puedes contar tu.
Yo como mujer transexual, si escribo un libro como mujer trans, ocupo un sitio que se supone que no es para mi, porque se supone que las mujeres transexuales no escribimos (se supone, porque por supuesto si). Entonces esto es un acto a mi me parece pequeño, pero revolucionario. Y por eso me decidí a escribirlo.
PAC- En la primera imagen del libro encontramos toda una declaración de intenciones en una clara referencia a Simone de Beauvoir/Judith Butler: “No nací ni hombre ni mujer, nací Bebé. Necesito tiempo para saber quién soy». A día de hoy ¿Quién es Roberta Marrero?
Roberta Marrero – (Risas) Esa es una pregunta muy difícil. Pues no se… Yo .. Quien soy no lo se. Tengo muy claro a que género pertenezco, eso seguro. Pues una persona … tendrías que preguntarle a la gente que me conoce. Si miras mi trabajo, puedes tener pistas de quien soy.
PAC- Tu trabajo cuestiona constantemente los roles de género binario, normativo ¿Qué crees que puede aportar el arte para favorecer el respeto por parte de la sociedad hacia modelos identitarios no tradicionales?
Roberta Marrero – Yo honestamente creo que el arte, no puede aportar tanto, creo que pueden aportar los medios de comunicación masivos, que es lo que la mayoría ve. Lo que ocurre es que los medios de comunicación, con ese tema en concreto, están muy empeñados, sobre todo en España, y siento decirlo, en que no se vean otras realidades. Al final eso es lo que llega a la gente, porque el arte, no llega a la gente. Yo puedo hacer un cuadro y colgarlo en una galería pero el porcentaje de gente que va a ver ese cuadro es un uno por ciento si lo comparas con el porcentaje de gente que ve la televisión todos los días. Yo me temo que el arte puede ser útil pero hasta cierto punto. En la exposición de La Fiambrera había un autorretrato que hice usando un poster antiguo de un “niño jesús”, le pinté las uñas, le pinté los labios , era el autoretrato de una niña transexual, era mi autorretrato. Alrededor escribí: «Esta exposición la ha hecho una mujer transexual». Es otra vez lo mismo que el libro: ocupar un espacio que se supone que no te pertenece. Cuando la gente te conoce, probablemente es la primera persona transexual que conoce, La Fiambrera es un lugar donde van muchos tipos de personas, es decir no solo vamos nosotros que estamos ya muy resabiados, también van muchos chicos jóvenes, gente de Malasaña, gente que en realidad nunca ha conocido a una persona transexual, y está muy bien que entren en contacto con una persona trans, a través de eso y de esa manera.
PAC- ¿Cuál es tu relación con lo espiritual? ¿De donde proviene toda la carga esotérica presente en tu obra, patente mediante la utilización de multitud de referencias y símbolos?
Roberta Marrero – Yo fui educada como católica, pero no fue una educación católica castrante, tuve una educación católica pagana. Mi madre y mi tía María me llevaban a las iglesias, porque ellas creían en dios, íbamos a misa y claro, cuando tu tienes cuatro, cinco, seis años, y ves esa imaginería, que es terrorífica, y es maravillosa… yo lo veía y me impresionaba mucho, no me daba miedo y al contrario, me despertaba mucha curiosidad, me explicaban que era cada santo, por qué Santa Rita tenía un clavo que le atravesaba la cabeza, además desde pequeña tengo mucha predilección, mucha filia por lo siniestro, y la imaginería católica es absolutamente siniestra. A pesar del mal que ha hecho la iglesia católica en el mundo, que ha hecho mucho, si te desconectas de eso y lo ves solo como imágenes… La iglesia católica perdió su batalla contra el paganismo. El cristianismo inicial, era como un corta y rasga con lo pagano, pero al final toda la imaginería católica es pagana, la sangre, Santa Lucía con los ojos en una bandeja, las mutilaciones, son reinterpretaciones de cosas que ya existían antes. Además nací en el 72 y yo era muy espabilada, veía la tele desde muy pequeña y me cogió el boom de lo esotérico que hubo a finales de esa década, el programa de Jiménez del Oso, Más allá, siempre me interesó mucho. Yo soy agnóstica, no se si existe Dios, no se si existen los ovnis, no tengo ni puñetera idea, entonces no puedo decir, ni si, ni no. Me parecen muy poéticas las maneras en las que se explican las cosas en la religión, en el ocultismo y en el esoterismo, Como decía Nick Cave en su película 20.000 días en la tierra: yo no creo en Dios pero en mi trabajo existe Dios. En mi trabajo existe no solo Jesucristo sino lo esotérico, lo espiritual. Me gusta mucho Aleister Crowley, Keneth Anger, que también usaba las teorías de Crowley, todo eso para mi es cierto. Como dice Alan Moore: El proceso creativo es magia, por que al final la magia es cambiar la realidad, usando tu voluntad, y eso es al final lo que hace la creación artística, cambiar la realidad a través de tu voluntad.
PAC- La música popular (pop, rock, punk…), sus letras y sus “bellos monstruos” son un instrumento que te sirve para establecer diversas narraciones, ¿Cual es el vínculo que te une con la música y por qué lo eliges como vehículo?
Roberta Marrero – Cuando yo era pequeña lo que me rodeaba era horrible, entonces un día estaba sentada viendo la tele, con mi madre, y de repente salió Boy George, era el año 83. Es una experiencia religiosa y mística cuando eres pequeña y sabes que no cuadras, que hay algo en ti que es distinto de lo que te rodea, y lo que te rodea no te gusta. De repente aparece Boy George en la tele, maquillado, con el pelo largo, con un vestido, pasándose el género por el arco del triunfo. Es como: «existen otros mundos». Es un hada madrina. Eso lo dice Virginie Despentes en el prólogo de El bebe verde, Nina Hagen fue su hada madrina, la mía fue Boy George, fue quien me enseñó que había otros mundos, distintos al mío. A raíz de Boy George empecé a consumir mucha música, y como tu sabes, en los ochenta los hombres y mujeres andróginos estaban de moda, Tu ponías un programa de televisión y salía Annie Lennox con el pelo corto, a la que la MTV le pedía un certificado de nacimiento porque no querían poner sus vídeos por si era un hombre, salía Pete Burns, salía Divine en La Edad de Oro, Marc Almond maquillado, Amanda Lear diciendo que si era trans, que si no lo era, Bibi, en aquella época…, entonces todo ese mundo, me enseño que había otros mundos, que yo era posible y que había personas como yo. La música me enseño eso y la cultura fue lo que me salvó cuando era pequeña, y lo que me sigue salvando hoy en día.
El bebe verde se publica el próximo día 15 de noviembre y la presentación tendrá lugar el día 24 de este mismo mes en la galería Swinton & Grant de Madrid.
Imágenes:
1- Roberta Marrero © Mista Studio
2- «People would say, I feel a woman trapped in a man’s body… And I say I feel like i’m trapped in a body»
© Roberta Marrero
3- «No nací ni hombre ni mujer, nací bebé. Necesito tiempo para saber quién soy…» © Roberta Marrero
4- «Tienes a tu madre del revés, no sabe si eres un chico o una chica» © Roberta Marrero
5- «Puedo entrar tanto al baño de hombres como al de mujeres siempre que haya un espejo para mirarme»
© Roberta Marrero
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