Woman Art House: Aurèlia Muñoz

by • 15 enero, 2021 • Woman Art HouseComments (1)1736

El trabajo de Aurèlia Muñoz (Barcelona, 1926 – 2011) es difícil de clasificar. Investigó y utilizó las técnicas y los materiales de tradición artesanal bajo los enfoques más vanguardistas y con una preocupación formal, espacial y escultórica, lo que le valió el pleno reconocimiento de la crítica en los años 70 y 80 y la llevó a exponer su trabajo por todo el mundo.

Aurèlia Muñoz. Tres personajes, 1971. (170cm x 85cm), Macramé © Página web Aurèlia Muñoz

Muñoz estudió en la Escuela de Artes Aplicadas y en la Escola Massana de Barcelona, pero fue eminentemente autodidacta en cuanto a las técnicas que trabajó. Interesada tanto en lo popular y lo tradicional como en el arte, Muñoz conocía a fondo la iconografía religiosa y las posibilidades de los materiales naturales, pero también las innovaciones artísticas que le eran coetáneas. Conoció y estudió tanto los usos más populares de las fibras, como las estructuras de las yurtas y las corozas, como la Historia del Arte y el arte contemporáneo, desde el románico y el gótico hasta la abstracción, el constructivismo y el surrealismo, pasando por la obra de Paul Klee, la de Torres García, la de Gaudí o la de Moisès Villèlia.

Aurèlia Muñoz. Isabel la Católica,1967. (41cm x 20cm x 9 cm), Aplicaciones de telas y relicarios, madera y espejo © MNAC

El comienzo de su trayectoria, en los años 60, está marcado por un mayor interés en los aspectos formales que en los técnicos. Así, en sus primeras obras comenzó probando diferentes medios pero sobretodo irá ensayando un lenguaje propio: trabajó primero las estampaciones sobre yutes, como en “Los reyes” (1960), construyendo la imagen a base de motivos geométricos, cuyas posibilidades irá explorando con diferentes técnicas. El patchwork, como en “Personajes místicos y cruz” (1964), le permitió unas construcciones aún más geométricas y más abstractas, pero también exploró el bordado, como en “Fuente de la vida” (1966), que le daba una mayor libertad y le permitía mezclar los referentes religiosos medievales y la técnica textil con un enfoque contemporáneo, casi surrealista.

Aurèlia Muñoz. Macra I, 1970 (126cm x 200cm), Macramé © Página web Aurèlia Muñoz

Desde ese camino, a partir de mediados de los 60, Muñoz comienza a hacer collages. Aprovechando fragmentos de tejidos y otros materiales, como espejos o pequeñas joyas, crea composiciones con las que empieza a lograr la tridimensionalidad, que en adelante será su mayor preocupación. Interesada en la religión pero con una espiritualidad crítica con la iglesia y un poco irónica, comienza a hacer pequeños relicarios abstractos, como “Manos rotas” (1967) o “Relicario” (1967), pero también construirá figuras antropomorfas a partir de elementos geométricos, como «Virgen de la Macarena” (1967) o “Fernando el Católico” (1967) e “Isabel la Católica” (1967).

Hacia el final de los 60 consigue introducir definitivamente el volumen y el espacio en su trabajo gracias a un novedoso uso que hace de la técnica del macramé, que aprende de su tía durante un período de convalecencia. Muñoz hace suya esta antiquísima técnica de anudado y la emplea para hacer construcciones espaciales, variando la densidad, la transparencia, la forma y la torsión de las piezas, y llevándola a tamaños monumentales. Estas primeras obras que Muñoz realiza con la técnica del macramé son una gran versatilidad, permitiendo que la obra se mantenga cerca del muro pero no colgando de él, sino sobre  barras metálicas sobre las que se puede desplazar, o colgadas de hilos que pueden cambiarse. Y esta será otra de las claves del trabajo de Muñoz en adelante, y es que sus obras son transformables: una misma pieza puede llegar a tener muchas formas según su montaje final, es decir, la presentación de la obra es abierta, en un juego de creación continua, que permite a la artista mostrar las mismas obras de formas diferentes cada vez que las expone. Bajo esta concepción hará una gran serie de obras, teñidas de colores naturales, que se pueden colocar sobre el muro o con mayor independencia, y muchas de las cuales reciben el nombre de “macras”, en alusión a la técnica, como “Macra rojo” (1970), “Macra Marino” (1972), “Macramar” (1972), pero también “Cascada anillas” (1973), “Pájaro azul con micas” (1972) o “Ángel rosa y micas” (1973). A la vez, Muñoz intenta, a través de diferentes formas de tratar el macramé, conseguir piezas autónomas, estructuras en sí mismas que, aún siendo transformables, se van emancipando del muro, ganando consistencia y rotundidad, en piezas como «Macra Totem” (1968), “Forma en la naturaleza” (1971), “Tres personajes” (1971), “Palmera” (1974) o “Personaje dentro del bosque” (1974).

Aurèlia Muñoz. Cometa anclado, 1974. Macramé (2012, en la sala capitular del Monasterio de San Cugat) © La Fotográfica

Con este uso de la técnica del macramé, su trabajo se enmarca en el fenómeno conocido como Nouvelle tapisserie o Fiber art,un movimiento que tuvo mucha fuerza en EEUU y en parte de Europa durante los años 60 y 70 reivindicando las artes textiles como un arte total y autónomo. Este movimiento de renovación del tapiz buscaba superar su noción tradicional, en tanto que se entendía como objeto de decoración de casas y palacios, y fue impulsado enormemente por la Bienal Internacional de Tapicería de Lausana (Suiza), cuya primera edición se celebró en 1962, y en la que Muñoz participó múltiples veces. La participación en las Bienales le permitió descubrir el trabajo que se estaba haciendo en Europa y en América, y más tarde en Japón, en el ámbito del arte textil contemporáneo. En la primera edición en la que presentó Muñoz presentó “Macra I” (1970) supuso la primera pieza realizada con la técnica del macramé que se vio en la bienal.

Partiendo de este tipo de piezas, más o menos sencillas, Muñoz comienza a complejizarlas, experimentando primero en pequeño formato. Y es que su método de trabajo, especialmente desde este momento, se vuelve similar al de la arquitectura: hace unos bocetos previos, crea luego maquetas de ellos y finalmente lo realiza a gran escala. Así empieza a curvar, a retorcer o a anudar el macramé en el espacio, creando formas simbólicas de infinitos, haciendo pequeñas piezas, que son obra y maqueta a la vez, y que coloca en cajas de metacrilato. Estas cajas no solo le sirven de apoyo y permiten que la pieza esté protegida, sino que, a nivel conceptual, el espacio que crea con el metacrilato es la representación a escala del espacio que ocupaba la obra y le permite estudiar como se relaciona con el, y fruto de este trabajo son obras como “Tres Modulos” (1973), “Gaviota blanca inalámbrica” (1975), “Corbata en punta” (1976), “Vegetales” (1976), “Espacio interior” (1978), o “Nudo” (1978), que luego traducirá al gran formato. Las cajas de metacrilato las sustituirá por el espacio real, haciendo que las piezas convivan con la arquitectura y con el espectador. Donde consigue esto de manera más espectacular es en su celebrada “Cometa anclado” (1974).

Aurèlia Muñoz. Águila Beige, 1977. (180cm× 396cm × 381cm), Macramé con hilo de yute y sisal teñido a mano © MoMa

Con la técnica del macramé depurada y ampliando el concepto de obra modular y transformable creó la serie de Entes (“Ente social” (1976), “Ente histórico” (1976),“Ente místico” (1977)) o “Águila beige” (1977), que ya no solo son moldeables, sino que van un paso más allá y ni si quiera tienen puntos de apoyo. Estas piezas flotan en el espacio que ocupan, se sostienen de forma aérea, lo que marcará el camino y será la clave de la siguiente investigación de Muñoz. “Águila beige” fue adquirida por el MoMa en 2018, convirtiéndose Muñoz en una de las poquísimas artistas españolas que forman parte de la colección del museo.

En su cambio de rumbo la acompañarán de nuevo las técnicas tradicionales, en este caso la confección y los acabados de las velas de barcos, que las toma como base teórica y técnica a la que añade estudios a partir de la geometría para crear formas tridimensionales que ella misma denominó como flexiones del espacio. Unas obras aéreas para las que Muñoz con forma de pájaros de las que resultarán sus “Pájaros cometas” (1982 – 83), una serie de obras de tamaño monumental, que llegan a alcanzar los 10 metros de anchura, pensadas como grandes bandadas de pájaros y que son la evolución de las investigaciones que había realizado en piezas como los “Entes” o “Águila Beige”. Sus pájaros tuvieron un éxito internacional, y se expusieron tanto en una exposición monográfica en el Palacio de Cristal (1982)como en la XII Bienal de Tapicería.

Aurèlia Muñoz. Pájaros-estrellas, 1982 (160cm x 230cm x 780cm) Montaje en el Palacio de Cristal, Madrid © Página web Aurèlia Muñoz

Entre las investigaciones con macramé y el desarrollo de las Velas, en 1978, Muñoz crea su primer libro de artista, que marca el inicio de una nueva etapa en la que se embarca partir de 1980. Desde entonces, hasta el final de su trayectoria, el papel se volverá el protagonista de su trabajo. Abandona las texturas del textil por el papel, que sigue siendo un elemento creado a partir fibras vegetales. Comienza de nuevo una investigación exhaustiva, explorando las antiguas técnicas antiguas japonesas de elaboración del papel junto a la tradición y la artesanía papelera manual en Cataluña, a las que suma su bagaje conceptual y espacial. Los módulos de los Entes vuelven a aparecer, ahora reformulados en papel, en “Libro aéreo” (1985), en sus “Móviles”(1987) o en “Origami” (1987) y crea móviles. Cubistas (1987 – 88). Mantiene también la experimentación con el pequeño formato y las cajas de metacrilato con algunos elementos textiles mínimos, como los hilos y las cuerdas, en obras ahora de una mayor sofisticación y delicadeza como “Libros en el espacio” (1988).

Si cuando trabajó con cuerdas y fibras textiles el protagonismo se lo cedió a lo vegetal, a los árboles y a los bosques, y cuando realizó obras aéreas referenció águilas y pájaros, para el trabajo con el papel durante sus últimos años de trabajo puso a la naturaleza marina y sus tonalidades en el centro, con anémonas, algas, conchas y nácares, que se mezclan con fibras de papel y algunos textiles para obtener volúmenes, en obras como “Pictogramas” (2000), “Anémona azul” (2003), “Oraciones al viento” (2005), “Espacio virtual rosa” (2006), “Raíces tintadas” (2007), “Adelphia blanca” (2008) o “El espíritu del caracol marino” (2008).

Aurèlia Muñoz. Libro aéreo, 1985 (90cm x 110cm x 80cm), papel hecho a mano © Página web Aurèlia Muñoz

El trabajo de Aurèlia Muñoz es muy extenso, su producción e investigaciones incansables, y a lo largo de los años su trabajo se va transformando y modulándose según sus propias inquietudes y preocupaciones, tanto técnicas como formales. Controló siempre ella misma el proceso de producción completo, desde los tintes de las cuerdas hasta la fabricación del papel. Injustamente olvidada durante años por ser consideraba como una artista decorativa y dedicada a las artes menores, ha vuelto a ponerse en valor su trabajo en los últimos años a través de la inclusión de su trabajo en exposiciones colectivas como la del MoMa, “Taking a Thread for a Walk” (21/10/2019 – 10/1/2021) o “Filant idees. Teixint art” en el IVAM (26/6/2019 – 27/10/2019) y de monográficas como la exposición de la Galería Mayoral “Entes y otras criaturas” (26/1/2017 – 26/4/2017), la del MNAC, «Nuar l’espai. Donació Aurèlia Muñoz”, (24/10/2019 – 31/12/2020), y la última, en la Galería José de la Mano, “Aurèlia Muñoz. Textura, tensión, espacio”(10/9/2020 – 31/10/2020).


El próximo domingo 17 de enero tenemos una nueva cita con Woman Art House, en esta ocasión conoceremos el trabajo de Hannah Höch de la mano de Laura Pinillos.

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One Response to Woman Art House: Aurèlia Muñoz

  1. AUGUSTO ARDILA PLATA dice:

    EXTRAOEDINARIA INFORMACION SOBRE LA MUJER ARTISTA……CONCEPTOS MUY CLAROS,SIN RODEOS INNECESARIOS ,IMAGENES DE APOYO APROPIADAS.MUCHISIMAS GRACIAS POR ESTE APORTE. ES UNA MANERA MUY ESPECIAL DE FORTALECER ESA PRESENCIA.
    ABRAZO.

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