Decía un escritor romántico que todas las obras de arte deben empezar por el final.
De este modo, las singulares obras de la pintora y escultora Dorothée Selz (1946, París) son plenamente disfrutadas tras una elaboración meticulosa, cocinada a fuego lento, fruto de un trabajo previo en que la investigación, la cocina, la decoración y el dibujo se fusionan deliciosamente.
Dorothée Selz es célebre por sus obras efímeras, todas ellas comestibles: en su mayoría esculturas monumentales o instalaciones site specific de un trabajado impacto visual y gustativo y una potente connotación social.
Nacida en una familia de coleccionistas de arte, es sobrina del crítico de arte Jean Selz. Estas circunstancias influyeron en su formación académica y trayectoria profesional desde muy joven. Atraída por la experimentación artística que impregnaba su época, en los ’60 entró en contacto con los ‘Catalanes en París’. Sus inquietudes sociales y espíritu activista la convirtió es firme aliada del movimiento feminista, convirtiéndose en una de las fundadoras del grupo Femmes en lutte a mitad de la década de los ’70. Con el resto de miembros del movimiento luchó por la igualdad de derechos para artistas y trabajadoras de cualquier campo.
Todo su activismo feminista queda reflejado en sus primeras obras. Curiosamente, se trata de una versión de Selz menos mediática y hasta sorpréndete por lo desconocida, pese al interesante trasfondo de compromiso y cuestionamiento que reflejaba en las series que realizó en esta época.
Con el feminismo y el Pop Art como punto de partida, destaca la serie “Relative Mimetism” (1973), compuesta por collages realizados con revistas y carteles callejeros donde cuestiona la imagen de la mujer en los MMCC y los diferentes roles estereotipados que asignan a ésta, y entre los que una mujer tiene que escoger: o mujer madre, o mujer santa, o mujer seductora, etc. Se trata de una propuesta humorística sobre la fascinación y / o el rechazo de parecerse al rol supuestamente femenino de «seductora». Al respecto, afirmó: “Al hacerme pasar por modelo me convierto en modelo de este cliché femenino y me pregunto: ¿qué mujer soy? ¿qué mujer quiero ser?”
Se fotografía junto a anuncios de moda, imitando a las modelos y reapropiándose de los iconos publicitarios. Cuestiona el proceso mismo de creación y el deseo de reproducción y deglución voraz en la sociedad de consumo. En estas composiciones incorpora ya referencias a elementos comestibles, refiriendo con sutileza la cosificación de los cuerpos de mujer, convertidos, con ayuda de los medios de comunicación, en mercancías frescas de disfrute y posterior desecho instantáneo.
Al margen de toda su obra feminista, Selz es mayormente conocida por sus esculturas monumentales y grandes instalaciones en que (casi) todo lo que se ve y se huele, se puede comer. Influenciada por Daniel Spoerri, fundador del movimiento Eat Art, Selz crea fascinantes composiciones artísticas con materiales comestibles, cuestionando, siempre con humor, los hábitos de consumo actuales, las convenciones sociales más arraigadas en torno a la comida y también la frugalidad de las técnicas artísticas.
Sus inicios en esta línea de trabaja son un trabajo junto a Antoni Miralda, su pareja. Juntos abordaban con humor y desenfado las posibilidades creativas de los alimentos y los hábitos alimenticios. Su primera acción conjunta fue como un juego cuando, en 1967, diseñaron felicitaciones navideñas para sus amistades comunes en que el nacimiento estaba realizado con mazapán y plásticos.
Selz y Miralda, junto a los artistas catalanes Joan Rabascall y Jaume Xifra, formaron el grupo «Traiteurs-coloristes» (catering colorista) , generando acciones participativas y multitudinarias centradas en la comida, con la intención de reactivar los valores sociales de compartir e intercambiar recursos y tiempo en comunidad. Ofrecían servicios profesionales de catering como obra artística, todo ello, como siempre en el trabajo de Selz, sin abandonar el humor y la autocrítica del consumo.
Experimentando con los alimentos y sus coloraciones desde una perspectiva ritual, organizaban banquetes y ceremonias culinarias en museos y también en espacios públicos y privados.
El lanzamiento de la firma Miralda-Selz- Traiteurs-coloristes fue en 1969 con “Cena a cuatro colores”. En ella el trío organizó una “cena ritual” en la Galería Claude Givaudan, que consistió en un ágape que era una oda a cuatro colores, con un menú en que cada invitado era invitado a comer un plato monocromático en azul, rojo, amarillo o verde. Cada mesa disfrutaba de dos colores, según indicaban los colores de las servilletas. Como anécdota señalar que al final los comensales se intercambiaban los platos, generando espontáneamente una paleta de colores propia en cada mesa.
En 1972 el mismo Spoerri invitó a los Traiteurs-coloristes a realizar un Eat Art Banquet en su restaurante de Düsseldorf.
De esta época son también sus célebres pasteles: Garage Cake, Garden Cake, Bedroom Cake, Television Cake, Turistic Cake… pasteles festivos, conmemorativos y domésticos, reconocibles por cualquier persona y significativamente ligados al imaginario colectivo de “celebración”.
Parte del éxito de Selz radica en que, en sus esculturas, el arte cobra vida de manera festiva gracias a la participación activa del público, que puede «probar lo que ve» y ser el crítico conocedor de las obras al poseer referentes sensoriales propios. Sus obras combinan magistralmente lo visual, lo gustativo y lo lúdico. Lo que parece efímero no es tal, pues la experiencia sensorial de exponerse a su obra y degustarla perdura inconsciente (pero imborrablemente) en la memoria perceptiva de cada espectador.
Pese al diseño extravagante y naíf de sus esculturas, todas ellas están concebidas calculadamente, atendiendo a factores diversos como las proporciones del lugar de exhibición, el número de asistentes o visitantes previsto, y los productos locales con que puede alcanzar una conexión subconsciente más potente.
En 1980, participó en el festival L’Attrape-Tripes en Chalon-sur-Saône. En 1978, fue curadora de la exposición Sucre d’art en el museo de artes decorativas de París, para la cual seleccionó arte popular de América Latina, Asia y Europa, así como obras maestras de pastelería, arte externo y piezas del Daniel Spoerri. colección.
Por su carácter vivo, prevalece el gran formato, alcanzando en ocasiones los 4m de altura. El fresco comestible con que inauguró la Galerie Nationale du Jeu de Paume (1991) midió casi 40 metros.
Mientras otros artistas del Eat art, como Beuys, se interesan en la energía de algunos ingredientes (grasa, miel…) Seltz pone su mirada en los impactos, contrastando colorantes artificiales y sabores «El foco principal de mis esculturas es nutrir lo invisible.»
Algunas intervenciones son auténticas ofrendas y cobran un ácido y solemne cariz litúrgico: altares mexicanos, objetos de artesanía y productos locales…se incorporan a sus obras derribando la línea entre alta y baja cultura. Las participaciones gastronómicas que Selz provoca representan el exceso, la sacudida de la rutina, aquello que se celebra de manera colectiva cobrando un regusto sagrado.
Jugando con el shock y el factor sorpresa, Selz es experta en transformar algunas de las celebraciones sociales mediante el uso del color, el olor, el tamaño y la disposición de las obras. Por ejemplo, en la fiesta de apertura de Felissimo Design House consiguió que, contrariamente a como suelen ser las inauguraciones, los invitados se dispersaran por las paredes interiores del edificio, ya que la comida estaba dispuesta en brochetas a lo largo de los muros. De este modo, el espacio interior de las salas permanecía vacío y el staff del catering no servía comida, sino que transportaba bandejas con desechos y servilletas.
Dorothée Selz está interesada en la imagen y la materia. Con los años, sus esculturas, pinturas y collages han dialogado con la cultura popular y la etnografía en diferentes partes del mundo.
Después de divorciarse de Miralda en 1972, Selz se centró más específicamente en la pintura y el dibujo . Cabe señalar que la ilustración siempre precede y acompaña a su proceso creativo pues, al igual que una receta detalla cada miligramo necesario en la fórmula de un plato, el dibujo plasma el cálculo y la disposición precisa para sus creaciones.
Desde la década de 2000, sus series de dibujos tratan imágenes populares con toques vintage: Batman, Sputnik, noticias de guerra, libros escolares… a las a que agrega nuevos motivos de carácter personal para cuestionar la imagen preexistente y reinterpretarla.
La performance también tienen cabida en su obra, como en el Food Festival “Lot of Saveurs” en Cahors (2013,Francia) donde esculturas con comida local eran ofrecidas al público por 15 hombres que las cargaban como mochila.
En 2017 participó en la Bienal de Venecia junto a Antoni Miralda y Joan Rabascall con “Edible performance.”
Desde los años setenta, ha expuesto en espacios como la Fundació Joan Miró, Barcelona (1983) y el Instituto Francés de Buenos Aires (2006) y Río de Janeiro (2011). Ha realizado instalaciones en los espacios públicos del American Craft Museum, Nueva York (1988), Centre Georges Pompidou, París (2000) y el Museo del Louvre, París (2005), entre otros.
Para más información, puedes consultar en su web oficial: http://www.dorothee-selz.com/fr/ . En ella se pueden consultar imágenes de prácticamente todas sus intervenciones, y ofrecen la oportunidad de ver a la misma Selz arremangada mientras cocina su obra, acompañada, con una gran sonrisa, por su equipo de artistas.
Y es que, como dijo aquél, el arte ha de ser, antetodo, un halago a los sentidos.
Etiquetas: Dorothee Selz Última modificación: 27 febrero, 2020