Terminamos el año en Woman Art House presentando a una gran referente del arte contemporáneo en la España de los 60: Elena Asins (1940 – 2015), pionera del Computer Art y las nuevas tecnologías –en conjunción con el arte conceptual–, consiguió abrir hueco a un nuevo lenguaje en una sociedad que rechazaba por completo este tipo de arte en la esfera española.
Su reconocimiento, tardío, llegó en 2006 cuando recibió la Primera Medalla al Mérito de las Bellas Artes y unos años más tarde, fue merecedora del Premio Nacional de Artes Plásticas; poco después de celebrar su primera muestra retrospectiva en el Museo Reina Sofía, Fragmentos de la memoria, en 2011.
Elena Asins (1940 – 2015), nunca se sintió cómoda con las etiquetas. Con una trayectoria de producción imparable, trabajó el dibujo, la escultura, la poesía y la crítica de arte, haciendo sus pinitos también en arquitectura y urbanismo; pero, principalmente, su trabajo se basa en profundas investigaciones sobre la aplicación de las nuevas tecnologías en el arte conceptual.
«Cuando comencé en los años 60, nadie creía que un artista pudiera usar una máquina. La gente miraba extrañada y no lo consideraban arte. Ahora, cualquiera utiliza un ordenador para crear», Elena Asins (2011).
Así fue como Elena Asins se convirtió en pionera del arte asistido por ordenador, una investigación que no abandonó durante toda su trayectoria: 40 años apostando por su vena experimental, particularidad que le llevó a ser bautizada como “artista al margen”, ya que lejos de ceñirse a las normas que regían el arte de esa época, Asins fue una artista polifacética que se mueve entre la abstracción geométrica y la estética minimalista, con obras monocromas y basadas en el lenguaje digital.
1968 fue un año clave, tanto para ella como para el arte español: Elena Asins participó en los seminarios sobre Generación Automática de Formas Plásticas en el Centro de Cálculo de la Universidad Complutense de Madrid, primera experiencia en España de incorporación de la cibernética a los procesos artísticos.
A partir de este momento, su trabajo se vuelca a nuevos intereses. Entró en contacto con artistas contemporáneos que se movían entre la abstracción y las nuevas formas, como Soledad Sevilla, Eusebio Sempere o José María Yturralde, entre otros. Así es como surgen sus primeros trabajos, donde aúna el arte óptico-cinético a la aplicación de algoritmos para trazar sus obras. El resultado lo podemos observar en Estructuras ópticas (1968), en acrílico sobre madera donde busca formas geométricas puras que crean movimiento mediante el llamado efecto moiré. Su tendencia hacia la abstracción acompañó a la artista durante toda su trayectoria, así como la atención que ponía en sus composiciones y hacia el espectador, ya que Asins lo hace partícipe de la pieza que este contemple.
En su evolución, su tendencia geométrica y minimalista enlaza con el Suprematismo de Malévich y la poesía concreta, como en su serie de piezas Sin Título (1968), realizadas mediante tintas y mecanografiado.
En 1970, Elena Asins se marcha a estudiar a la Universidad de Stuttgart (Alemania), donde entró en contacto con la semiótica, por influencia del filósofo Max Bense, gracias al cual también comenzó a aplicar el concepto de la Estética a su trabajo.
La semiótica, en rasgos generales, es una ciencia que deriva de la Filosofía y estudia los sistemas de comunicación en las sociedades humanas, basándose en los signos o códigos como vía para dotar de sentido a ciertos elementos.
A partir de aquí, surgen las piezas donde investiga sobre las estructuras: en Strukturen (1975), la artista creó una serie de obras que numera siguiendo una nomenclatura musical, variando composiciones en espacio, tiempo y ritmo. Asins lo define como una dimensión musical que traslada al plano.
Más tarde, con Nueva York, llegó la tridimensionalidad a la obra de Elena Asins. En 1980 consiguió una beca de la Fundación Juan March para estudiar en la New School for Social Research de esta ciudad, donde despertó su interés por la arquitectura y el urbanismo. También realizó una estancia de investigación en la Universidad de Columbia, donde conoció a Noam Chomsky, con cuya gramática generativa estaba familiarizada desde los años sesenta.
De aquí surge Paradigma for Scale (1982 – 1983), una serie compuesta por 272 dibujos a lápiz, tinta y esmalte sobre papel vegetal que se mostró completa por primera vez en la ya citada exposición Fragmentos de la Memoria (2011), Museo Reina Sofía.
«Este plano-espacio es para Mondrian un vacío positivo, ya que es condición indispensable para la existencia objetiva. Crear el vacío es el acto principal y esta es la verdadera creación, porque este vacío es positivo; contiene el germen de lo absolutamente nuevo».
A finales de los años 80, Elena Asins se instaló en Hamburgo y se centró más profundamente en las formas generadas por ordenador. Aquí muestra una faceta menos conocida basada en textos extraídos de la religión o la filosofía de Wittgenstein. Una gran influencia para las décadas posteriores, ya que durante los 90 y el siglo XXI, Elena Asins enfoca su trabajo a nuevos formatos como la escultura, la instalación o el vídeo-arte, disciplinas que experimentó hasta el final de su trayectoria. Así surgieron algunas de sus grandes piezas y series como los dólmenes y menhires o “Antígona”.
«Los Menhires plantean una secuencia geométrica que podría traducirse en un algoritmo “visualizado” a través de la escultura: la secuencia se produce exclusivamente a partir del cambio de posición del corte sobre el cubo».
Ella misma destaca lo siguiente: «me gustaría hacer claro que no se trata de reproducir aquí́ lo que es un menhir como monumento megalítico, sino de encontrar el arquetipo que muestre eficazmente los más profundos anhelos de la vida humana».
Por otro lado, Antígona (2014) es una instalación trazada mediante los caracteres griegos del nombre de la heroína. Aquí, Elena Asins crea una composición de grandes dimensiones con el objetivo de inducir la sensación de desasosiego en el espectador.
Antígona representa la rebeldía contra las convenciones y estrategias de las formas del poder. La instalación formó parte de la exposición El poder del arte (2018 – 2019), que pudo verse en las sedes del Congreso y el Senado de Madrid, exposición creada junto a la Colección del Museo Reina Sofía.
La innumerable producción de Elena Asins está presente en muchas de las principales colecciones de arte contemporáneo, como la Colección del Museo Reina Sofía o la colección de Helga de Alvear, que posee más de 20 piezas de la artista y ha realizado diferentes exposiciones colectivas donde Asins ha estado presente, como las celebradas en el Centro de Artes Visuales de la Fundación Helga de Alvear, con sede en Cáceres: Todas las palabras para decir roca. Naturaleza y conflicto (2017) comisariada por el crítico Julián Rodríguez y, más actual, La perspectiva esencial (2019), cuyo eje discursivo gira en torno al minimalismo.
¡Hasta aquí llega mi revisión sobre la obra de Elena Asins! Espero que os haya gustado conocer a esta artista revolucionaria en su tiempo. Os dejo la interesante entrevista de Bea Espejo, realizada en 2011, además del completo vídeo del Museo Reina Sofía junto a Manuel J. Borja-Villel, presentando la exposición retrospectiva de 2011.
«Nunca he tenido la intención de ser una artista al uso. Ni pintora, ni escultora, ni escritora, ni ninguno de los atributos convencionales con que tratan de adornar mi trabajo.»
¡Woman Art House no cierra durante las fiestas! El próximo domingo conoceremos una nueva artista de la mano de Marina P. Villarreal. Esperamos que hayáis tenido una buena entrada de año y, de parte de todo el equipo #womanarthouse… ¡Os deseamos un Feliz 2020 Feminista!
Etiquetas: Elena Asins, WOMAN ART HOUSE Última modificación: 2 enero, 2020
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Excelente muestra de arte concreto y un poco más !