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Duniesky Martín

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«Días alegres, exergos, rellenos, acolchados» de Duniesky Martín

Hay exposiciones que eluden lo evidente para explorar las zonas grises del relato. Días alegres. Exergos, rellenos y acolchados, la más reciente muestra personal de Duniesky Martín en la Galería Acacia, no se contenta con representar; más bien interroga los mecanismos que hacen posible —y peligrosa— toda representación. Esta propuesta, bajo la curaduría de Claudia Laguna y con un texto crítico de Gustavo Arcos Fernández-Britto, configura un complejo dispositivo estético y conceptual donde se despliega una relectura crítica de los sistemas de mediación cultural que han moldeado la memoria colectiva cubana y, por extensión, la de toda una región marcada por los vaivenes ideológicos del siglo XX.

© Duniesky Martín

El gran mérito de la exposición radica en su densidad semántica. Lejos de ofrecer una secuencia lineal o meramente estética, la muestra se organiza como una constelación de sentidos, en la que dibujos, acuarelas, instalaciones, video y una colección de objetos personales funcionan como nodos de una cartografía afectiva e intelectual. Duniesky no narra su infancia desde la nostalgia complaciente; tampoco idealiza el pasado socialista o se entrega a una crítica frontal. Lo suyo es una operación más sutil: poner en crisis las imágenes que han codificado lo real.

Desde su título, Días alegres, se insinúa el juego de ironía y evocación que caracteriza toda la muestra. Referencia directa a una publicación de la extinta RDA que formó parte de su biblioteca infantil, el título opera como un gesto inaugural: activar los restos de un archivo íntimo para tensionar su lectura bajo la luz de la contemporaneidad. En este sentido, la propuesta conecta con una de las líneas más fértiles del arte actual: la revisión crítica de los archivos domésticos y los mecanismos de construcción de identidad desde el fragmento, el testimonio y la ficción documentada.

Vista de la exposición

Uno de los puntos más sólidos de la exposición es la serie El difícil acto de confundir el horizonte, en la que este también profesor del ISA realiza una apropiación crítica de stills provenientes de películas extranjeras que pretendieron representar a Cuba desde una visión exotizante o directamente distorsionada. En la pasada exposición Lección de anatomía, ya nos presentó algunas de estas piezas. La estrategia de trasladar estas imágenes al lenguaje de la acuarela o el dibujo genera un desfase perceptivo que subvierte su origen cinematográfico, devolviéndolas al espectador no como documentos sino como ficciones en perpetua negociación. Aquí, el artista demuestra una aguda conciencia de los modos en que el cine —en especial el de Hollywood— ha moldeado imaginarios colectivos sobre Cuba, convirtiendo sus paisajes y personajes en clichés listos para el consumo global.

En sintonía con este cuestionamiento de la representación, la instalación Casting opera como un archivo especulativo sobre la fragilidad de la identidad histórica. A través de 140 retratos dibujados de figuras célebres reinterpretadas por el cine y la televisión —de Gandhi a Marilyn Monroe—, Martín desactiva la supuesta objetividad de la imagen. Lo que vemos no son los rostros “verdaderos”, sino sus encarnaciones ficcionales: simulacros de simulacros. La pieza, poderosa en su factura y precisa en su montaje, propone una reflexión urgente sobre la estetización del poder y la estetización de la historia.

Destacan también los carteles pertenecientes a la serie Reza como nosotros, teme como nosotros, crece como nosotros (2006), presentados como parte del archivo visual expandido del artista. Estos afiches —diseñados con un estilo que oscila entre la propaganda institucional y el arte pop centroeuropeo— proponen un diálogo ácido con los lenguajes de la publicidad ideológica. En ellos, la infancia aparece como territorio de disputa simbólica, espacio donde se inoculan imaginarios que parecen inofensivos pero que cumplen una función disciplinaria. A pesar de su factura temprana, estas piezas revelan una madurez crítica y una intuición visual que prefigura las preocupaciones centrales del artista: la relación entre imagen, verdad y poder.

A nivel curatorial, Claudia Laguna ha logrado articular un recorrido coherente, que permite transitar entre las distintas series sin perder la cohesión narrativa. Especialmente interesante es la inclusión de los exergos, pequeñas frases extraídas del cine internacional que funcionan como bisagras textuales entre las piezas, abriendo sugerentes resonancias entre la imagen y la palabra. Sin embargo, puede señalarse que esta estrategia —si bien eficaz en términos conceptuales— podría haber ganado en contundencia visual si se hubiera arriesgado más en su diseño museográfico o si se hubiera integrado con mayor osadía a la espacialidad expositiva. Por momentos, su presencia pasa desapercibida.

Uno de los gestos curatoriales más potentes —aunque discretos— es la inclusión de la colección personal del artista. Lejos de ser una sección meramente anecdótica o decorativa, funciona como una especie de subtexto que impregna toda la muestra. Libros infantiles de la RDA, fotonovelas, cómics, juguetes y carteles de cine construyen un paisaje emocional e ideológico que sirve de contracampo al resto de las obras. Estos objetos, aparentemente menores o desechables, se revelan como dispositivos de formación ideológica y afectiva. La exposición no presenta tanto una biografía visual de Duniesky Martín como un mapa de los dispositivos que moldearon su mirada, y por extensión, la de toda una generación atrapada entre consignas y ficciones.

© Duniesky Martín

La muestra dialoga con los actuales giros del arte contemporáneo: el retorno a lo narrativo desde la sospecha del lenguaje, la relectura del archivo como performance política, la nostalgia crítica como forma de revisión histórica. A diferencia de otros ejercicios donde el archivo deviene mera excusa estética, Duniesky Martín construye una propuesta que no sólo revisita su propio imaginario cultural, sino que lo interpela, lo ficcionaliza y lo pone en tensión con una memoria compartida. En tiempos de exceso de presente, Días alegres propone una pausa, un ejercicio de relectura donde las imágenes no nos devuelven certezas, sino preguntas.

Porque hay historias que, como bien señala uno de los títulos de las piezas, necesitan distancia para convertirse en Historia. Duniesky Martín, con esta exposición, nos invita a habitar precisamente esa distancia.

Fechas: Hasta Mayo de 2025
Lugar: Galería Acacia, La Habana – Cuba

Etiquetas: , Last modified: 23 abril, 2025