En la era de las megaciudades, cuando el diseño especula sobre futuros posibles con la misma intensidad con la que la arquitectura trata de resistir el presente, Carttago emerge como un manifiesto visual que invita tanto a la contemplación como a la crítica. Es una propuesta que no se limita al terreno de lo estético o lo narrativo: Carttago es una experiencia conceptual que aborda el espacio, el poder, la tecnología y la emoción con la misma solidez con la que sus torres de concreto se alzan hacia un cielo perpetuo. El relato de GAM Designers no es solo un ejercicio creativo de worldbuilding: es una visión madura y lúcida que entronca con las grandes utopías —y distopías— del siglo XX, y las reconfigura desde una óptica contemporánea donde la inteligencia artificial, más que un simple recurso técnico, se convierte en un agente de transformación de la propia narrativa urbana.

Nombrar esta ciudad como Carttago no es un gesto vacío. Hay en ese nombre una carga simbólica que activa múltiples resonancias históricas y culturales: la Cartago púnica, cuna de riqueza, conocimiento y tragedia, fue arrasada y vuelta a erigir desde las cenizas. En esta nueva Carttago imaginada, el acto de reconstrucción toma otra forma: sobre las ruinas de civilizaciones previas —reales o simbólicas— se levanta un tótem brutalista de resistencia, donde la función aplasta a la forma, y el hormigón actúa como piel de una civilización que no busca agradar, sino sobrevivir. Se trata de una ciudad-fortaleza, pero también de una máquina. Una estructura viva y despiadada, cuya geometría deshumanizada nos recuerda que el futuro, tal como lo proyectamos, rara vez es neutral.
Lo fascinante de esta propuesta es cómo revive el espíritu del futurismo italiano —especialmente el legado de Antonio Sant’Elia— pero lo actualiza y deconstruye. Las máquinas gigantes, las escaleras infinitas, las torres que cortan el horizonte como cuchillas de acero… Todo ese imaginario está presente, pero ya no como un canto de optimismo hacia la modernidad, sino como una advertencia revestida de eficiencia y frialdad. Carttago no sueña con el futuro: lo ejecuta. El idealismo ha sido sustituido por la lógica implacable de la autosuficiencia. Esta ciudad no es una promesa, es un mecanismo. Frío, brutal, indiferente a la belleza convencional. Y, paradójicamente, profundamente bella.
Y es que, a pesar de esa estética de la hostilidad, GAM Designers logra humanizar ese escenario a través de pequeños gestos, de decisiones técnicas cargadas de intención poética. La integración de inteligencia artificial no suplanta la creatividad; la potencia. La luz no solo ilumina, moldea las emociones. Los materiales no son únicamente elegidos por su funcionalidad, sino por su capacidad de generar experiencia sensorial. Así, la frialdad aparente de las megatorres cede, en sus interiores, a estancias que logran lo imposible: calidez en lo inerte, refugio en lo industrial. Es allí donde se revela el verdadero alcance de esta obra: en demostrar que incluso en un entorno distópico, aséptico y hostil, hay lugar para lo humano. Para el detalle. Para la emoción. Para la belleza.
Carttago, además, propone una lectura social clara, sin ambigüedades: una ciudad jerarquizada, compartimentada, donde la altura define el estatus y la sombra determina el olvido. La sociedad se estructura en tres clases: los Artífices, guardianes del orden y la tecnología; los Errantes, comerciantes nómadas que deambulan entre niveles; y los Espectros, aquellos que habitan los niveles inferiores, condenados a la oscuridad y el abandono. Es inevitable trazar un paralelismo con nuestras propias ciudades contemporáneas, donde también existen capas invisibles de exclusión, verticalidades simbólicas y zonas olvidadas por el progreso. La ciencia ficción, cuando acierta, no predice: refleja. Amplifica el presente para que podamos mirarlo sin filtros. GAM Designers lo sabe, y por eso Carttago no es solo una ficción especulativa: es un espejo incómodo y una advertencia envuelta en concreto.
La pregunta que queda flotando, como una bruma sobre sus torres, es inevitable: ¿querrías vivir allí? Quizás sí, si pudieras habitar las alturas, donde el diseño es pulcro y el entorno parece controlado. Pero en los bajos… también hay vida. Una vida más dura, sí. Más oculta. Pero también más auténtica, más visceral. Porque muchas veces, donde nace la sombra, también germina la resistencia. Y quizás, en el fondo, Carttago nos habla de eso: de cómo el ser humano, incluso en los paisajes más extremos, sigue buscando una forma de permanecer.
Este texto has sido redactado tomando como inspiración los argumentos de sus creadores, donde he aportado mis propios conceptos y un análisis de su obra muy minucioso. Además ha sido revisado por GPT para perfeccionar la distribución. Descubre más sobre la opinión de sus creadores y más imágenes en la versión impresa de creAtIva Magazine / Vol/6 – Mundos Futuros.