En un tiempo en el que la inteligencia artificial se ha posicionado como símbolo de innovación radical, de velocidad y ruptura, resulta especialmente conmovedor —y profundamente valiente— que un creador como Juanma Mendoza decida mirar hacia el porvenir con los pies firmemente anclados en la tierra de su infancia. Su serie de imágenes, que retrata una Sevilla imaginaria en el año 2125, no se presenta únicamente como una exploración estética: es, sobre todo, una declaración emocional, una forma de recordarnos que el futuro, por mucho que se pinte de circuitos y datos, también puede —y debe— ser memoria.

Mendoza escapa del camino fácil y seductor que muchos creadores han seguido desde la irrupción de la IA generativa. En lugar de repetir fórmulas de impacto, colores saturados o personajes oníricos sin anclaje, propone una mirada pausada, casi arqueológica. Su enfoque, cercano al fotorreportaje y deliberadamente realista, busca construir un relato desde lo íntimo, desde lo que aún vibra en el recuerdo. Cada imagen es un fragmento de historia congelada, un escenario donde lo fantástico se mezcla con lo cotidiano, donde lo robótico y lo sagrado comparten espacio sin estridencias. Y es precisamente en esa decisión de renunciar al efectismo donde se esconde la singularidad de su propuesta.
Lo más potente de esta serie no reside únicamente en su ambientación futurista —los androides, los templos decrépitos, las ciudades suspendidas entre pasado y posibilidad—, sino en la manera en que Mendoza convierte la nostalgia en un eje de resistencia. En un presente saturado de innovación vacía y de simulacros sin profundidad, su trabajo reclama lo emocional como motor de creación. Aquí, el creador no especula sobre tecnologías imposibles ni plantea escenarios distópicos para advertirnos de nada. Lo que propone es una ficción serena, incluso melancólica, donde el porvenir no ha borrado sus raíces, sino que las rastrea como un arqueólogo que desea comprender lo que lo hizo posible.
Los elementos religiosos, omnipresentes en la serie, no son en absoluto doctrinales. Funcionan como atmósferas, como estructuras visuales cargadas de sentido cultural, símbolos de un pasado que se cuela en la modernidad como susurros de algo que nunca termina de irse. No hay ironía ni burla en la forma en que aparecen estas figuras, sino un respeto casi litúrgico por lo simbólico, por aquello que define a una comunidad, incluso cuando esa comunidad ya no está formada por humanos.
Y entonces, ¿cuál es el papel de la inteligencia artificial en todo esto? No es la protagonista, sino la herramienta. Mendoza la usa con la misma naturalidad con la que un fotógrafo encuadra o un escritor borra frases que no encajan. La IA no decide, no impone; acompaña. No es un oráculo, sino una extensión del pulso del autor. Cada imagen ha sido el resultado de múltiples intentos, ajustes, frustraciones y redirecciones. Esa forma de trabajar —ensayo y error, obsesión por el matiz, afinación visual— desmiente la idea de que la creación con IA es automática o impersonal. Al contrario: en este caso, el uso de la máquina está cargado de una humanidad abrumadora.
El trabajo de Juanma Mendoza se convierte así en una forma de habitar lo intangible. Una especie de cartografía emocional de lo que fuimos, de lo que somos y de lo que podríamos ser si no olvidamos. Nos recuerda que nuestras raíces no son un lastre, sino el punto de partida para cualquier imaginación significativa del porvenir. Que incluso los robots —esos supuestos hijos del algoritmo— pueden, en su soledad metálica, buscar en las ruinas del arte, la fe o la arquitectura, una manera de entender el alma.
Y tal vez, solo tal vez, lo más humano del mañana será eso que aún hoy nos conmueve: la luz suave que cae sobre una pared encalada, el eco de una procesión antigua, el olor a azahar en una ciudad reinventada por la tecnología, pero aún habitada por la emoción.
Este texto has sido redactado tomando como inspiración los argumentos del creador, donde he aportado mis propios conceptos y un análisis de su obra muy minucioso. Además ha sido revisado por GPT para perfeccionar la distribución. Descubre más sobre la opinión del creador y más imágenes en la versión impresa de creAtIva Magazine / Vol/6 – Mundos Futuros.