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El arte de hacer dinero es un arte

Written by: arte Fuera del Marco

El arte de hacer dinero es un arte

El mes pasado en el contexto de la exposición Enneto: dinero por amor al arte, nos invitaron a Jorge de la Cruz, José Robles, Esteban Pérez y una servidora a hablar sobre el nuevo coleccionismo y la relación inexorable entre el dinero y el arte. Con lo turbados que estamos todos por el éxito y el dinero, y por tanto demasiado ocupados como para ir a estas charlas, traigo aquí un brevísimo resumen, introducido por una aún más breve reflexión, que ya sé que no tenéis tiempo para leer. 

Andy Warhol, Deep Ellum (Dallas)

“El arte de los negocios es el paso que sigue al arte. Durante los años hippies la gente despreció la idea de los negocios, decía el dinero es malo, trabajar es malo… pero hacer dinero es un arte, trabajar es un arte. Los buenos negocios son la mejor de las artes”. Así acababa C. Tangana, posiblemente uno de los artistas más tachado de vendido, su Baile de la Lluvia en el álbum Avida Dollars de 2018. Aunque muchos le atribuyen estas frases, pertenecen a otro gran vendido, Andy Warhol, el padre del pop que tiró a Trump de tacaño, podéis buscarlo. El nombre del álbum de Tangana (también sinónimo de chito), es ya en sí una referencia a la historia del arte y el negocio del arte. AVIDA DOLLARS es el apodo con el que André Bretón quiso tirarle beef a Salvador Dalí, siendo Avida Dollars un anagrama de su nombre, que viene a significar algo así como “sediento de dinero” (avida en latín, y en esperanto, se traduce como ávaro). No sabemos cuánto pudo ofender o hacer reír a Dalí este sobrenombre pero lo que sí sabemos es que hizo negocio de ello, sacando una línea de productos de lujo como los relojes blandos en cuarzo suizo, los labios de Mae West hechos en oro y pedrería o el propio Avida Dollars convertido en un broche de oro de 18 kilates, siendo también por supuesto el nombre del proyecto. La colección fue por algunos considerada un insulto al arte, sin embargo, a ojos del tiempo y la evolución del mercado, este puede verse como un triunfo, un superventas que aún podemos encontrar en el mercado secundario a buen precio. Dalí rentabilizó esta tiradera como más tarde haría C. Tangana con Forfri en otra lección sobre el arte de hacer dinero, reivindicando que no trabajamos for free, sacándole el máximo partido mediático y económico a hacer lo que nos gusta.

De izq. a der. Esteban Pérez (coleccionista), Kolia Ramudo (gestor y comisario), José Robles (galería Ponce+Robles), Inés Alonso (comisaria y galerista 95), Jorge de la cruz (artista y gestor cultural) – Fotografía de Silvia Flechoso.

Desde entonces el mercado del arte ha cambiado hasta hacerse impredecible, no dejando de sorprendernos, estés o no en el mundo del arte pues quién no sabe a día de hoy que un plátano se vendió hace un par de años por muchos millones. Según la revista Tendencias del mercado del arte[1], “el número de ventas en subastas sigue aumentando, pero el volumen de negocio global continúa descendiendo”. En el artículo, Artprice by Artmarket analiza esta curiosa mutación del mercado del arte dándonos pie a hablar de un nuevo coleccionismo. Entre julio de 2023 y junio de 2024 se registró un segundo descenso consecutivo en el mercado del arte tras la pandemia, pese a lo cual irónicamente se ha registrado un volumen récord de transacciones, con un aumento de las ventas del 72% respecto a antes de la pandemia. Esta contradicción responde a un cambio significativo en el comprador medio de arte, gente que ya no gasta millones ni varios miles, un nuevo perfil más modesto pero más sediento. “El 82% de los lotes de arte contemporáneo se adjudican por menos de 5.000$”, continúa el artículo. El arte ha pasado a formar parte de la sociedad de consumo, ya no se limita a las élites, ni económicas ni intelectuales. Algo en lo que hubo cierto consenso es en que esto se debe a que ya no nos vale con admirar o consumir el arte, anhelamos poseerlo. Comentaba José Robles que la gente compra arte por tres motivos: como inversión, como decoración, o por pasión, siendo como no este último su favorito, y al que considera coleccionista. Lo que ocurre, seguía explicando, es que se ha producido una banalización del mercado del arte, la democratización del mismo ha supuesto un aumento de la demanda que se hace viable por una disminución de la calidad, vender más pero más barato, por lo que por algún lado hay que abaratar, produciéndose no solo una democratización económica sino conceptual.

De izq. a der. Esteban Pérez (coleccionista), Kolia Ramudo (gestor y comisario), José Robles (galería Ponce+Robles), Inés Alonso (comisaria y galerista 95), Jorge de la cruz (artista y gestor cultural) – Fotografía Silvia Flechoso.

El nuevo coleccionista no compra únicamente una obra, compra una vivencia, una experiencia, una emoción, un billete para montarse en el tren del arte, a ser posible en el vagón de la fiesta. Apuntaba Jorge de la Cruz la dificultad para encontrar hoy en día cosas auténticas, manufacturadas, cosas con alma; puede que el arte sea ese reducto de autenticidad en una sociedad cada vez más globalizada, más neutra, más falsa. Hace poco leí que la frecuencia de onda registrada más potente, emanada por un ser humano, es la de la autenticidad con 364 Hz[2]; cuando un discurso es genuino, cuando dices lo que piensas y sabes transmitirlo, esa onda llega más lejos, más fuerte. Quizás el nuevo coleccionismo sea el deseo de vivir lo auténtico, de sentir cosas y tener algo que contar, un cachito de autenticidad propia. El problema, concluimos, reside en ocasiones en la falta de criterio. La compra compulsiva a la que nos lleva el consumismo y el no llegar a valorar la longitud de la frecuencia de la autenticidad, acompañado de una falta de educación formal, un poquito de historia del arte y otro poco de bagaje cultural. A continuación, otras conclusiones que pese a sonar dogmáticas solo quieren evitar confusiones habituales:

  • No confundir valor con precio
  • No confundir el arte con el mercado del arte
  • No confundir ventas con trascendencia
  • No confundir premio adquisición con colección
  • No confundir comprador con coleccionista, con enterado, ni con crítico
  • No confundir un montón de cosas en un mundo del arte cada vez más confuso y difícilmente analizable, mucho menos manejable

[1] Mercado en mutación, en “Tendencias del mercado del arte”, nº 176, noviembre 2024, pp. 56 y 57.

[2] Lo cierto es que investigándolo resulta que esto se hizo viral en una red social porque lo dijo Gary Brecka en un discurso, el biólogo-influencer que ha puesto de moda el análisis genético y los planes de longevidad… en el discurso habla de un fenómeno que “ni Newton ni Einstein pudieron explicar”, una ley física llamada interferencia constructiva que se da cuando dos longitudes de onda se encuentran, duplicándose. Esto deriva hacia la ley de atracción y otros misticismos que la física actual no alcanza a explicar, lo cual no quiere decir que sea mentira, pero tampoco verdad.

 

Etiquetas: Last modified: 14 mayo, 2025