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Escrito por: Artist Interviews Entrevistas

Entrevista a Glenda Zapata

Glenda Zapata (La Paz, 1982), es una artista multidisciplinar afincada en Madrid hace tres años. Se interesa por la muerte, esa muerte que no es aséptica ni tácita, sino aquella que rompe el equilibrio social, que no encuentra su sitio. Glenda cual Caronte, regresa a la morgue desentierra la fosa común, reactiva rituales, recoge y limpia los huesos: visibiliza y acuna la vida profanada.

Su investigación retoma prácticas rituales alrededor de la muerte, pero a la vez pone en evidencia la violencia y la degradación social que persiste en muchos lugares en los que la vida no tiene un valor intrínseco. Zapata señala a través de esas vidas desechadas, a través de esos cuerpos desechados, una ética cada vez más desechada.

Su trabajo es pertinente y necesario ante un mundo instagramado. Y la poderosa poesía de su obra nos permite incluso, por un momento,  olvidar la crudeza que lo apuntala.

Retrato de Glenda Zapata. Fotografía realizada por Esther García Urquijo

Diana Velásquez –  Glenda, ¿qué te aportó estudiar Bellas Artes?

Glenda Zapata – Me permitió aprender diferentes técnicas como la pintura, la  escultura y la fotografía. Posteriormente continué estudiando de manera independiente  performance y arte sonoro. Actualmente me encuentro cursando la carrera de antropología forense y antropología de la muerte en el IFPCF (Instituto de formación profesional en técnicas forenses), todo ello me brinda un amplio espectro de técnicas a la hora de crear, pienso que cada obra exige el medio que mejor se adecúa a lo que quiere transmitir. 

Por la parte teórica: historia del arte, filosofía, la crítica, han enriquecido enormemente mis posibilidades y la necesidad que tenía de aprender temas que me apasionan, los cuales por supuesto han aportado en mi parte creativa abriendo nuevas perspectivas.

No puedo deslindar mis piezas de la filosofía y la crítica, y  en este aspecto he tenido la suerte de tener grandes maestros que han aportado en mi formación.

Os Comunicare. (Espinazo Caníbal, 2013). Teléfono de huesos.(Fémures, cuero de chivo, cabellos humanos, hilo de plata).

Diana Velásquez – Trabajas con materiales que tienen una fuerte carga energética y espiritual.

Glenda Zapata – Sí, me interesa bastante la materia orgánica, sea humana o animal, el proceso biológico, el transcurso del tiempo en ello, su desmaterialización o bien su transformación hacia otro estado.

En la cultura aymara toda materia que compone un cuerpo posee diversos ajayus (alma) cuando el ajayu principal abandona el cuerpo los demás ajayus siguen el mismo proceso de manera gradual, el último de ellos se libera cuando el hueso se ha pulverizado.

Desde mi concepción al usar elementos como el hueso, la piel, la sangre o las uñas, no estoy trabajando con materia inanimada, todo lo contrario, estoy trabajando con materia viva que guarda la información del ser al que perteneció.

Por ello ensamblo, combino e incorporo diferentes materiales con sus respectivos simbolismos para reavivar piezas que contienen su propio lenguaje poético.

Quo Sanguis. (Espinazo Caníbal,  2014). Reloj y sangre.

Diana Velásquez – Hay una experiencia meditativa, íntima, a la hora de enfrentarse como espectador a tu trabajo.

Glenda Zapata – Opino que al observar una obra, el espectador entra en un diálogo con ella, usualmente los temas que abordo invitan a una reflexión íntima, pues son una constante sobre el tiempo, la materia, la transformación, la muerte, lo otro.

Personalmente considero que el arte al tener una apertura de posibilidades, invita a reflexionar conceptos estandarizados desde múltiples perspectivas, ésa es su riqueza.

Quo Sanguis. (Espinazo Caníbal,  2014). Reloj y sangre.

Diana Velásquez – En tu obra hay un interés por las tres dimensiones que es evidente, pero a la vez el display de muchas de tus obras envuelve al espectador, es inmersivo. 

Glenda Zapata – Siempre procuro que lo que estoy tratando de transmitir encuentre la manera más adecuada de llegar al espectador.

Hay muchos conceptos en que el espectador necesariamente tiene que ser parte de la obra para completarla.

Muchos de mis trabajos pretenden transportar al espectador a la realidad que estoy mostrando, para ello utilizo diferentes medios: auditivos, olfativos, táctiles y visuales por supuesto.

Me interesa crear ese punto de intimidad entre obra y espectador, ese diálogo que puede llegar a un lugar más profundo.

Óseo Kalós Éidos  Scopéo/ Óseocapillus/ Oseosanguis/ Oseoclavum. (Espinazo Caníbal 2013). Detalle de objeto de caleidoscopios de huesos, cuero de chivo, sangre y uñas.

Diana Velásquez – ¿Qué influencia ha tenido Bolivia en tu trabajo?

Glenda Zapata – En todo, Bolivia es un país muy rico en simbolismos, leyendas, cosmología, magia, la convivencia y respeto hacia la naturaleza, los rituales…

He tenido la fortuna de tener un gran maestro quien me adentró en todo este terreno tan fértil con una generosidad infinita, el ajayumauta Jhon Ledezma a quien le llegó el momento de emprender el gran viaje y se fue hacia Lajarimanta.

Y por otro lado, tan sólo el hecho de vivir en medio de una sociedad tan caótica y en una ciudad que no deja de sorprender como es La Paz me ha permitido apreciar realidades en muchos casos inconcebibles para el entendimiento, lo que hizo que reafirme en que la realidad siempre supera a la ficción.

El Sablazo del Germen.  (Enmienda, 2016). Instalación de 48 «Sullus» (fetos de llama) dispuestos en espiral de Fibonacci

Diana Velásquez – ¿Por qué la muerte es tan vital para ti?

Glenda Zapata – Se dice que el primer pensamiento filosófico que tiene un ser humano es la muerte, ése momento en que nos hacemos conscientes de nuestra finitud y de la finitud del otro.

A mí me llegó la primera vez que fui a la morgue, cuando tenía 14 años. Fue una experiencia que marcó profundamente mi manera de ver el mundo, fue un encuentro muy impactante al ver al otro pútrido, pestilente… verte tú en el otro, que aquello que te causa tanto espanto, es aquello en lo que te convertirás…

En el caso de los cadáveres no reconocidos la antropóloga forense Karen Ramey Burns apunta “Lo inquietante del cuerpo no identificado es su silencio. Cabría pensar que todos los cadáveres son silentes, pero el cuerpo no identificado lo es más. Nadie inquiere o se lamenta ante el olvido. Nadie ejerce presión o aplica poder político o financiero en ayuda de un desconocido, a la postre inhumado o eliminado cual desecho común”

Desde entonces ha sido una constante en mi vida, analizar toda la realidad con el filtro de la muerte, desde todos sus ángulos, misterios, posibilidades, interrogantes, en fin, la gran insondable.

Vivo en un memento mori continuo.

El Sablazo del Germen.  (Enmienda, 2016). Instalación de 48 «Sullus» (fetos de llama) dispuestos en espiral de Fibonacci.

Diana Velásquez – Dentro de la frase que citas de K. Burns podría perfectamente aplicarse al mundo de los vivos, a la indiferencia e incluso el rechazo que producen ciertas problemáticas como la pobreza, los migrantes, los refugiados, etc.

Glenda Zapata – Definitivamente, esa misma frase donde habla sobre los cadáveres no reconocidos aplica a la sociedad en que vivimos, este sector de las personas en situaciones adversas, a quienes sus derechos son vulnerados, extirpados, condenados a vivir silenciados frente a una sociedad que permanece impasible frente a estas injusticias, los castigados de una sociedad enferma. Relegados a una muerte social.

La Partícula de Oro.  (Enmienda, 2016). Objeto/Instalación. Placa de metal  120 x 100 cm. y 2 kilos de plomo.  Textos y letras de plomo extraídos de placas a punto de ser desechadas de los nichos con pagos vencidos, en el cementerio General de La Paz. El cuerpo es llevado a la fosa común. El plomo fue derretido y lanzado al agua fría, forma una imagen que alude a las lecturas de estaño que se hace en algunas culturas de Latinoamérica.

Diana Velásquez – De hecho,  hay proyectos más recientes en los que a través de problemáticas cotidianas, también hablas de la muerte. ¿Tiene que ver con tu mudanza a España? 

Glenda Zapata – Definitivamente, al haber cambiado de continente y enfrentarme a todos los múltiples avatares a los que está expuesto una persona migrante ha hecho que vea el mundo de otra manera, me ha tocado ver la migración en su estado más cruel, me ha permitido conocer gente maravillosa, pero también escuchar historias tan fuertes, ver injusticias tan brutales que por supuesto me han trastocado el espíritu.

Al ser mi producción una muestra de lo que estoy viendo y viviendo me tocó hablar de todo ello.

He cambiado yo como persona y claro que con ello mi práctica artística también, estoy agradecida por ello y porque mi campo de realidad se haya ampliado.

Glenda Zapata. La Partícula de Oro.  (Enmienda, 2016). Objeto/Instalación. Placa de metal  120 x 100 cm. y 2 kilos de plomo.  Textos y letras de plomo extraídos de placas a punto de ser desechadas de los nichos con pagos vencidos, en el cementerio General de La Paz. El cuerpo es llevado a la fosa común. El plomo fue derretido y lanzado al agua fría, forma una imagen que alude a las lecturas de estaño que se hace en algunas culturas de Latinoamérica.

Diana Velásquez – Háblanos sobre el tema de la migración.  

Glenda Zapata – He comenzado a abordar este tema desde mi propia experiencia de migrante.

Pienso que un artista es cronista de su tiempo y desde que decidí autoexiliarme me ha tocado ver realidades muy duras al respecto.

Una persona migrante e indocumentada vive con miedo, no tiene permiso para trabajar, por ello acepta trabajos inverosímiles, no tiene derecho a la salud, a hablar, a viajar, está condenada a un mutismo en cuanto a sus derechos humanos…  a los indocumentados se les llama “ Los invisibles”.

Leí en alguna parte “no eres ilegal, eres pobre. Si fueras rico no serías ilegal en ninguna parte del mundo. Es cuestión de clase social, no de condición humana.”

Cuántas personas salen de sus países para buscar una mejor calidad de vida, encima de las miles de dificultades que implica dejar el país de origen si se logra llegar a puerto, en caso de que no hayas perdido la vida en el intento; verse sometidas a todos los obstáculos que imponen las leyes para continuar en condición de ilegalidad y seguir viviendo en condiciones infrahumanas.

Es una realidad muy triste, injusta y que me parece importante señalar.

Diana Velásquez – Has trabajado también sobre ciertas problemáticas relacionadas con la mujer, en distintas técnicas y mediante diversos dispositivos poderosos y que no dejan indiferente.

Glenda Zapata – Lamentablemente la violencia machista invade todos los rincones del mundo, es algo cotidiano que las mujeres tenemos que enfrentar a diario.

Tuve la oportunidad de escuchar historias de  diversas mujeres bolivianas que emigraron hacia España, ¿el motivo? Todas ellas escapando de la violencia que vivían, es increíble que no baste con cambiar de casa, cambiar de ciudad, ni de país vecino, tienes que cambiar de continente para huir de tu agresor.

En Bolivia, escuchar los maltratos, violaciones y feminicidios es algo de todos los días. No siendo suficiente con todo esto, la justicia es nula, la corrupción que invade a la sociedad, a la policía, los juzgados, etc., es alarmante.  Todo esto favorece que los casos de impunidad se sigan perpetuando.

Vivo indignada frente a esta problemática mayúscula, me es imposible no hablar de ello.

Glenda Zapata. El Silencio del Porcino, 2017. Instalación. Proyección, sangre de cerdo y audio.

Diana Velásquez – La exposición Enmienda (2016), presentada en La Paz me parece reveladora del cuerpo de trabajo de esos años atrás. Hay un hilo que une esa exposición con El silencio del porcino, presentada en Madrid (2017). 

Glenda Zapata – Enmienda fue un trabajo prolongado de investigación tanto sobre cómo se ve la muerte en la cultura Q’ollana, los rituales que la acompañan, los cantos, el misticismo y por otro lado una invertigación sobre la muerte en su cara más descarnada. ¿En qué país vivimos? ¿Cómo vemos la muerte del otro? ¿Qué sucede con los cadáveres de los no reconocidos? A partir de la muerte hago un análisis social, político, moral, cultural y  lamentablemente atestiguo que vivimos en una sociedad profundamente enferma.

En la muestra El Silencio del Porcino seguí trabajando alrededor de la misma problemática, pongamos un ejemplo: una familia de escasos recursos hace un esfuerzo para que uno de sus miembros viaje a Europa a trabajar y enviar remesas. Esa persona fallece en el exterior. ¿Qué debe hacer una familia para repatriar el cuerpo? Conseguir entre 6.000 a 7.000 €. 

En Bolivia existe una ley  de repatriación gratuita e inmediata, la 3108. Hice entrevistas a bolivianos que viven en España y nadie tenía conocimiento de esa ley. Me contaron historias funestas al respecto y todas las peripecias que deben hacer para lograr una repatriación, la ley 3108 es una ley silenciada para los bolivianos.

El hilo conductor entre ambas exposiciones claramente es la problemática social, política y económica en torno a la muerte.

Glenda Zapata. Pánico, 2020. Instalación. Ilustración, audio y publicación.

Diana Velásquez – ¿Cuáles son tus referentes?

Glenda Zapata – Tengo una gran variedad y en diferentes épocas de mi vida.

Para hacerlo resumido, en mis inicios como pintora fueron Francis Bacon, El Bosco, Mark Chagall y Goya.

Actualmente me encuentro cautivada por el Filósofo Byung Chul Han quien tiene una manera de retratar la sociedad actual de una manera muy lúcida y crítica. Tiene dos libros sobre la muerte que son exquisitos.

Mi referente en arte contemporáneo es definitivamente Teresa Margolles, respeto muchísimo el trabajo que hace, tan potente, crítico, mordaz y su inmensa sensibilidad para mostrárnoslo.

Diana Velásquez – ¿Qué proyectos tienes próximamente?

Glenda Zapata – Seguir trabajando, investigando, tratar de sacar a flote historias que tengan que ser escuchadas.

Estoy preparando un proyecto de investigación junto al instituto forense, lo cual me tiene con muchas ansias y emoción.

Escuchar lo que los huesos tienen para contarnos es siempre fascinante.

Etiquetas: Última modificación: 5 septiembre, 2023