Untagged Art Gallery presenta Belleza y decadencia, una exposición que se vertebra a través de la obra del artista Ángel Pantoja (Sevilla 1966) y la pintora Theresa Möller (Hamburgo 1988).
La exposición se plantea como un diálogo, como una contraposición entre dos discursos artísticos muy diferenciados tanto en lo formal como en lo técnico, pero dispuestos entorno a una idea y discurso común. Bajo el título “belleza y decadencia” se hace una contraposición de ambas ideas presentes en la obra de los dos artistas.

La exposición presenta por un lado el trabajo de collage fotográfico de Ángel Pantoja que nos habla de paisajes urbanos, de arquitecturas y elementos icónicos de la modernidad como pueden ser el “Atomium” de Bruselas o la TATE Modern de Londres que son transformados, devorados por el exceso consumista y la falta de conciencia de nuestra sociedad actual, en la que se nos presenta un paisaje desolador, que refleja la decadencia y la deriva de la sociedad actual. Se presentan en la exposición obras y escenas monumentales, que abruman al espectador, como el caso de la obra TATE Basura, de 200 x 350 cm que se dispone al fondo de la sala de la galería, la pieza inunda la sala de una atmósfera de desolación, de silencio y putrefacción.
Durante el recorrido por la exposición se puede ver una reinterpretación de una conocida obra de Böcklin (pintor simbolista del siglo XIX) “la isla de los muertos” en la que Pantoja transforma la escena original en una isla de la basura, un inframundo contemporáneo creado por la modernidad y el desarrollo; al que tratan de aferrarse dos almas del tercer mundo, tras una odisea en lancha neumática al paraíso de las oportunidades y el exceso.
Las obras de Pantoja nos trasladan de algún modo a sensaciones propias del romanticismo pictórico o al simbolismo de finales del siglo XIX de artistas como Caspar D. Friedrich o Böcklin y a esa sensación de vulnerabilidad del hombre/ espectador frente a una muerte anunciada e inevitable, en este caso provocada por el exceso y la deriva humana. Pero sobre todo, y frente a ese desaliento existencial, la obra de Pantoja es un grito desesperado por el planeta, por la naturaleza, por la humanidad… una llamada de atención a la conciencia humana.
Pero no es la obra de Pantoja una obra aterradora o monstruosa, si no que al igual que ocurre en el día a día nuestra sociedad, la dramática y atroz situación que nos plantea Pantoja se edulcora y filtra a través de un claro contenido estético, cargado de ironía y humor, y que refleja de alguna manera la belleza de lo decadente, de la ruina o la miseria humana, transmitiendo una sensación de silencio, de pausa, como la calma que sucede a la tormenta.

En contraposición nos encontramos la pintura de Theresa Möller, una pintura saturada de elementos y color. Su obra explora el trágico enredo y la indisoluble interdependencia de la evolución natural y el desarrollo cultural. Su obra se inspira en la profunda vulnerabilidad y la sensual opulencia de los colores y formas de la naturaleza. Sin embargo, la inspiración no es naturalista, los tonos que utiliza son malvas dulces, azules empolvados, naranjas afrutados y verdes marinos. Las arquitecturas reaparecen ocasionalmente a través de las líneas del horizonte y las formas geométricas creadas por la Naturaleza.
Los patrones parecen vivos pero no son humanos. Estamos ante una especie de cosmoramas desprovistos de protagonistas, donde la fuerza y la energía de las formas construyen mundos peculiares e inquietantes por los que deambular. El misterio y la fantasía que encierran los cuadros de Theresa Möller no incitan a la narración. Dejan intencionadamente espacio para las sensaciones, y debemos tomarnos tiempo para contemplarlas de cerca. El papel de la artista es sublimar lo invisible. Los tonos alegres de su paleta son poderosos y apelan a los sentidos del espectador. En los lienzos de Theresa Mölller el mundo en que vivimos parece aquejado de una tragedia letárgica e incurable que desafía a una cultura pop vertiginosa y voraz. Su arte puede parecer un delirio pero resume las principales preocupaciones contemporáneas de nuestro tiempo.
En las piezas presentes en la exposición, Möller toma el paisaje y la naturaleza como el centro de su iconografía y crea a través del color imágenes exuberantes de bosques, pantanos y lagunas. Las formas afloran en los detalles: hojas, ramas y troncos se revelan si uno se concentra ellas. El frondoso follaje, los troncos o las ramas cubren el lienzo creando una maraña de color que hacen el bosque casi impenetrable. Una naturaleza virgen, de una belleza exquisita, pero a la vez una naturaleza que se marchita, lánguida, de troncos y ramas que se rompen, que se caen, que aluden a esa decadencia natural, subyace en sus lienzos esa idea tan intrínseca a la vida misma, la muerte, la decadencia por el mero paso del tiempo. La vida que surge alrededor de la muerte, como la proliferación de hongos en los troncos en descomposición o la aparición de líquenes. En el caso de Möller nos habla de una belleza natural, sin artificios, sencilla pero exuberante y de una decadencia inevitable, natural e inherente a la vida misma.
Tomando prestadas las recientes palabras de Jane Goodall, en las que habla sobre la desconexión que existe entre el cerebro y el corazón humano en la sociedad individualista actual y lo importante que seria recuperar la armonía entre cabeza y corazón para alcanzar nuestro potencial humano. De un modo similar el discurso de esta exposición plantea esa misma idea de desconexión ente mente y corazón a la hora de disfrutar del arte o del ocio limitándonos a buscar lo bello, el disfrute individual, lo agradable y huyendo o ignorando todo lo negativo que surge a partir de ese necesidad de satisfacer nuestro deleite.
Fechas: Hasta el 26 de enero de 2024
Lugar: Untagged Art Gallery, Sevilla