Aprovechando una vez más su presencia en ARCO / Madrid, de la mano de la Galería Álvaro Alcázar, una de la más prestigiosas de España, presentamos el trabajo del artista español y madrileño Juan Garaizábal. Garaizábal es, sin discusión, uno de los escultores españoles con mayor proyección internacional ahora mismo. Son conocidas sus esculturas monumentales por su impacto y belleza; pero, especialmente, porque en ellas se activan los archivos de las memorias locales. La obra de este artista es un gesto de reconciliación del arte con el tejido social. Sus piezas iluminan los escenarios de emplazamientos al tiempo suponen una herida en el horizonte de sentidos.
Château d ́Aunoy y Place du Louvre
Tres esculturas de gran formato pertenecientes a la serie Memoria urbana de las Tullerías perdidas se instalaron en la Place du Louvre. Allí coinciden la mítica fachada del Museo del Louvre, el increíble ayuntamiento del distrito 1, el imponente campanario y la magnífica iglesia de Saint-Germain Auxerrois. Esta plaza histórica en el mismo centro de Paris es un lugar ideal para esculturas monumentales de Juan Garaizabal. Para esta exposición el artista trabajó desde 2008 recuperando con esculturas fragmentos del desaparecido Palacio de las Tullerías, monumento emblemático de la historia de Francia construido en 1564 a instancias de Catalina de Medici y destruido en 1883. Juan Garaizabal, mediante tres esculturas interactivas propone un diálogo entre pasado y presente.
Según explica él mismo, “para mí, en este proyecto está presente el impacto que experimenté de niño frente a la inmensa perspectiva que se despliega desde el Carrousel du Louvre hacia las Tullerías, la plaza del Concorde, los Campos Elíseos, el Arco de Triunfo y más allá: ¡inolvidable! Más adelante, descubrí que esta perspectiva sólo existe gracias a la desaparición de este palacio de Las Tullerías que cerraba la fachada occidental del Palacio del Louvre. También entendí la importancia de este extraordinario lugar en la historia de Francia en tres siglos de existencia. Este palacio, punto focal del gran eje histórico de París, fue la residencia de grandes reyes, de Enrique IV y Luis XIV luego de los dos emperadores, hasta su destrucción en 1871. Entonces, plantee su recuperación mediante mi lenguaje del boceto en el aire con una estructura temporal”. Durante dos meses, el público podrá admirar un primer conjunto compuesto por grandes jarrones con plantas en referencia a jardines, un segundo juego que comprende la esfera de un reloj, en memoria de la torre del Reloj, elemento central en la historia del palacio; y un tercer conjunto decorado con lámparas en referencia a los elementos de mobiliario de palacio.
La Galería Bogéna, que representa la obra de Juan Garaizabal en Francia, presentó una individual del artista dentro de sus muros. Luego, como para cerrar la temporada de verano, el espacio Art Absolument dedica una exposición más íntima en septiembre, dedicada a Dibujos en 3D y esculturas más pequeñas. La obra de Juan Garaizabal es objeto de un estudio monográfico de Ediciones Art Absolument, bajo el título De lo particular a lo universal, que se publicará 2022.
Ever Time Gate – Shangai
Durante miles de años, la arquitectura china ha consistido en el entretejido de líneas dinámicas que varían en tamaño y posición, lo que da como resultado un todo en el que cada componente permanece claramente distinguible. Sus edificios están estructurados en una gran cantidad de unidades cada vez más pequeñas, repitiendo en microcosmos las líneas de unidades más grandes. Incluso hoy, las combinaciones de esta singular arquitectura respetan los principios de equilibrio y simetría. A esto se suma el hecho de que transmitir el «ritmo vital» es el tema principal del arte chino. Imbuido de estos diseños y fascinado por esta continuidad arquitectónica china, Juan Garaizabal quiso, para su primera escultura en el espacio público de Shanghai «recuperar estas líneas comunes a muchos elementos que se pierden con el tiempo”. Su instalación Ever Time Gate está compuesta de dieciocho escalones que conducen a una puerta, en medio del cielo. Homenaje a una cultura milenaria, el conjunto, aunque eminentemente contemporáneo en su constitución utilizando materiales reciclados y la dinámica aireada, atrevida y refinada de su composición, da testimonio de una cierta sobriedad heredada de su mirada sobre la tradición. El todo está destinado a simbolizar la apertura de China al mundo. «Podríamos casi decir que este ciclo creativo parte del sentido del Tao”, apunta Juan Garaizabal.
Texto de Emma Noyant.
Memoria Urbana – Berlín
Construida entre 1733 y 1735, la Iglesia Bohemia de Belén en Berlín tenía un significado profundo para la ciudad. Fue un regalo de Federico Guillermo I de Prusia a la comunidad de exiliados de Bohemia que huyeron por motivos religiosos y que fueron acogidos por la ciudad. El edificio fue parcialmente destruido por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial en 1943, luego demolido en 1963, borrando lo que había sido un símbolo de amistad entre las comunidades alemana y checa. Después de caída del Muro de Berlín, la tierra ocupada por la iglesia quedó al desnudo, y la planta que ocupó se marcó en la tierra en forma de mosaico. La instalación temporal de Juan Garaizabal pretendía construir la ausencia de ese vacío tan cargado de historia. Para ello, decidió evocar la silueta de la iglesia de acero, en una estructura de 31 metros de altura y un peso de 60 toneladas. Ayuntamiento de Berlín y diversas instituciones privadas colaboró para que en diciembre de 2013 la obra se convirtiera en parte permanente del patrimonio escultórico de la ciudad, reflejo del pasado vivido y habitado por las diversas culturas del Berlín actual, capaz de causar un profundo impacto en el imaginario colectivo.
Este monumento habla de un pasado de emigración, de huida, pero también fundamentalmente de acogida y tolerancia, todo bajo la intensidad emocional de la luz magenta con la que logró crear un espacio para la reflexión diaria. Esta escultura también tiene una réplica en una isla de Corea del Sur, país donde ya se encuentra la escultura «Pagoda», presentada como parte de la ARCO Art Fair 2018 y diseñada para ocupar un espacio en el metro de Seúl.
Palacio de las Tullerías – París
Salons et Lustres, partie de la Tour de l’horloge du Palais disparu des Tuileries, Palais des Tuileries 2021, Place du Louvre – Paris, Acier inoxydable, verre soufflé, briques, Led 800 x 650 x 510 cm.
Desde 2008, el artista trabaja sobre la memoria de este palacio. Monumento emblemático en la historia de Francia, se construyó en 1564 bajo el liderazgo de Catalina de Medici en el sitio de una antigua fábrica de azulejos. Ampliado durante los sucesivos reinados, tuvo una imponente fachada de 266 metros de largo y un gran jardín italiano, el jardín actual de las Tullerías. Fue la residencia real de ilustres gobernantes y emperadores. Durante la Comuna, fue ocupada por los comuneros y se convirtió en el escenario de sus fiestas. Ellos le prendieron fuego voluntariamente el 23 de mayo de 1871. Las ruinas del palacio fueron finalmente sacrificadas en 1883. Las tres obras expuestas en la Place du Louvre representan elementos características arquitectónicas que estaban presentes dentro del palacio y sus jardines. Al hacer esto, el artista revive uno de los monumentos emblemáticos de la ciudad de París, a tiro de piedra de su ubicación original. La primera escultura, Vases des Tuileries, vuelve a visitar los jardines y los adornos. La segunda escultura, La Torre del Reloj, reconstruye el esfera de la torre principal del Palacio de las Tullerías. La tercera escultura, Salones y candelabros de las Tullerías, utiliza objetos del mobiliario interior del Palacio. Juan Garaizabal traza así un vínculo entre ayer y hoy. La combinación de elementos estructurales de El Palacio de las Tullerías, su exterior e interior, forma la «Memoria Urbana des Tuileries ”, rindiendo homenaje a la ciudad de París, su accidentada historia y su notable arquitectura urbana.
Piedra sobre piedra – Toledo, España
Piedra sobre piedra es la obra de Juan Garaizabal que la Colección Roberto Polo-Centro de Arte Moderno y Contemporáneo de Castilla-La Mancha (CORPO) tiene instalada a las puertas de su sede en Toledo, en el Paseo del Miradero.
Se trata del esquinazo de un templo romano. La pieza con la que Garaizabal quiere generar debate artístico en Toledo, “porque esa es mi misión, generar controversia artística allí donde llevo mi escultura”, es una instalación interactiva en cuyo centro se alza un templo romano. Se trata de que el público la rodee y siga el rastro cruzado de las tres culturas que confluyen esta ciudad única en el mundo, donde, como sucede en la obra, se escuchan los ecos murmurados del cristiano antiguo, el árabe y el hebreo. Para ello incorpora la escultura el elemento acústico, además de la luz que es elemento habitual en la obra del artista.
“Piedra sobre piedra alude a cómo se han ido solapando las culturas en el mundo. Concibo el planeta como una piedra, sobre la cual la humanidad ha ido colocando piedritas, que es lo que queda del paso de una civilización sobre un lugar concreto, como el caso de Toledo que además es en sí misma una enorme roca. Paradójicamente yo siempre pienso en piedra, porque recreo edificios, construcciones de la memoria, y es precisamente la piedra el único material que no utilizo”.
Biografía
Juan Garaizabal (Madrid en 1971). Vive y trabaja entre Berlín, Madrid y Miami.
Con doce años ingresa en la Academia de Dibujo IB 67 en Madrid. Le interesa aprenderlo todo de las técnicas de dibujo por lo que permanece varios años en el centro, hasta cumplir los diecisiete. Su meta no era otra que ingresar en Bellas Artes, pero una oportunidad inesperada cambió el giro de los acontecimientos: le seleccionan para emprender una carrera de empresariales europeas y se traslada a París durante muchos años. Cuando vuelve la vista atrás y valora con perspectiva ese giro hacia un ámbito ajeno al arte, Garaizabal llega a la conclusión de que, a la larga, ha sido un aprendizaje, un complemento en gestión internacional que influiría mucho y de modo determinante en su posterior carrera artística casi toda proyectara fuera de España. Consigue vivir durante la carrera en una “peniche” (un barco) en el Río Sena, que, asegura, le inspiró un montón de bocetos y escritos.
A diferencia de otros artistas de su generación, no recibió influencias familiares en el campo de las artes visuales, pero tuvo la suerte de moverse en un entorno cultural privilegiado. Su infancia está marcada por su gusto y su facilidad para el dibujo, aptitud que será clave para definir su vocación. “Yo era un niño bastante inventor. Mi tío Luis Marsans me regaló cuando era aún muy pequeño un libro titulado Jeux et loisirs de la Jeunesse, un tomo gordísimo que mostraba croquis y detalles para poder construir máquinas de vapor, cohetes, coches, aviones, barcos. A partir de ahí, con algunas ideas que se me fueron ocurriendo y materiales que iban cayendo en mis manos, desarrollé esos y otros muchísimos inventos: catapultas, robots, cohetes que solía lanzar en casa de mis abuelos delante de toda la familia”, cuenta el artista, recordando que su abuela materna, pintora amateur, se refería a él como “el pequeño Leonardo” porque todo el día estaba haciendo algún tipo de cacharro. También evoca que, a los siete, ocho años, era uno de los dos o tres dibujantes encargados de hacer de forma habitual la portada de la revista del colegio. Su educación fue francesa en los primeros años y después norteamericana.
2.000: IMPRESIONES TRANSFORMADORAS
El artista sigue fiel al dibujo, hace figuras fundamentalmente de arcilla y prosigue volcado en todo tipo de inventos. Cuando se le pide que recree sus años de juventud recuerda una visita al Museo Dalí de Figueras que, según expresó, cambió su vida. “No fue tanto por la obra en sí sino porque fue la primera vez que capté lo que era el legado máximo de un artista, su universo. Yo no había visto nunca nada parecido”, declara. Poco después acaece un episodio crucial que le hace dar un vuelco definitivo hacia la escultura y dentro de ésta hacia la escultura monumental. Sucede que, en el año 2000, cuando acude a la inauguración de Chillida Leku, en las cercanías de Hernani (Guipúzcoa), comprende otras dimensiones del fenómeno artístico y su alcance transformador.
A partir del recorrido por el entorno abierto de Chillida, el joven Garaizabal empieza a intervenir con esculturas en paisajes. Pronto, en 2005, le surge la oportunidad de participar en las “Noches en Blanco en Madrid”. Una experiencia que le permite exponer su trabajo ante un millón de personas en la calle, algo que, con el tiempo, se convertirá en habitual para él. En 2006 es contratado por el Ayuntamiento de Bucarest para participar en otra cita similar, el “Noaptea Alba” de la capital rumana. Primero busca introducir elementos que dialoguen con el entorno urbano o con la naturaleza, por contraste o por analogía, pero de forma arbitraria y caprichosa y baraja distintas propuestas. Pero una noche, volviendo de una cena con las gestoras culturales del ayuntamiento, al pasar por delante de la casa del pueblo, Casa Poporuloi, que había construido Ceausescu (en medio de Bucarest, con una explanada verde enorme alrededor) se fijó en que sus acompañantes giraban la cara para no verla. Al volver al hotel se puso a pensar en aquel gesto que tanto le chocó y ante el que, pese a preguntar, no había recibido explicaciones siendo consciente de las muchas historias encerradas en el lugar. “Al día siguiente, investigando en los archivos de la ciudad, me enteré por planos, fotos y dibujos que en el sitio donde estaba aquel edificio y la explanada había existido varios barrios, llamados en su día el “pequeño París”. Ceausescu había aprovechado un mínimo temblor de tierra para hacer tabla rasa y construir su sueño, a costa de borrar un pasado importantísimo, relata un episodio crucial en su carrera, porque entonces vio claro el proyecto: devolver, con un lenguaje de dibujo en el aire, utilizando metal y luz, la esencia de determinados edificios perdidos en su lugar original. En ese momento, deja de inventar diálogos y se decanta por recuperar determinadas energías a través de líneas de historias que considera merece la pena ser recuperadas. En Bucarest todo se confabula a su favor: El Ayuntamiento aprueba de inmediato el proyecto (Uranus Area) y pone a su alcance los medios necesarios para poder llevarlo a cabo. Garaizabal percibe que por fin ha encontrado un discurso propio y un principio de lenguaje. Nacen sus “Memorias Urbanas” y, además, es consciente de algo esencial: puede vivir de su vocación.
DESDE BERLÍN
La experiencia rumana marca un antes y un después para el escultor. En Berlín le ofrecen ocupar un taller en el Bildhauer Werkstatt. Conoce la cultura alemana, habla el idioma, se siente próximo a la ciudad. Es el lugar apropiado y el espacio a su medida para realizar sus trabajos a gran escala, preparados con tiempo y con los equipos idóneos. En la capital alemana, en 2012, levanta otra de sus memorias urbanas, la reconstrucción de la Iglesia Bohemia de Belén, que fue bombardeada por los aliados en 1943. La ejecución de una grandiosa estructura de hierro y luces leds, que se alzaba como una presencia fantasmal, es algo que, a día de hoy, todavía le resulta “inexplicable” por todas las dificultades añadidas hasta lograr ponerla en pie. Al artista le gusta evocar “la energía tan increíble que se liberó en la inauguración”, algo que ha tenido oportunidad de percibir en otros lugares intervenidos. Dentro de la senda conceptual, sus señas de identidad ya son inconfundibles. Los trabajos públicos y compartidos en distintas ciudades marcan su agenda y tienen para él un componente enorme de aventura. “Cuando comenzamos un proyecto -precisa- es una cosa tan utópica y existen tantos obstáculos que el camino se convierte en una enorme epopeya, en una prueba de superación. Entonces es mucha la gente extraordinaria que va apareciendo y va haciendo el proyecto suyo. Se puede casi sentir como entra en manos del destino, te lleva al límite y ahí aparecen soluciones”.
PARADA EN VENECIA
Si hubiera que elegir un año clave en el trayecto de Juan Garaizabal es 2013. Entra en contacto con la crítica e historiadora norteamericana Bárbara Rose, que resulta fundamental a la hora de darlo a conocer en el circuito internacional. La complicidad entre ambos conduce hacia un nuevo e inspirador proyecto para la 55 Bienal de Venecia. Con Rose como comisaria realiza la instalación Memoria del Giardino, que recupera el cementerio judío que había existido antes en el Jardín Botánico de la ciudad, vinculado a las vidas de figuras como Amadeo Modigliani, Ezra Pound o Mariano Fortuny. Junto a las monumentales propuestas públicas, que se suceden en otras ciudades del mundo, el escultor trabaja en piezas más pequeñas, esbozos, preliminares, experimentos, sueños a pequeña escala que pueden llegar a alcanzar mayores proporciones. Es esa producción, que nutre sus exposiciones en ferias, museos y galerías que le representan en Madrid, Bruselas, Nueva York, la que lleva a cabo en el estudio de Madrid, una nave en la zona norte, alejada de los ruidos urbanos, en la que vuelve a sentirse como el niño inventor que nunca ha dejado de ser, siempre experimentando. Ahí es donde nacen muchas de las ideas que posteriormente desarrolla en el estudio de Berlín o en Miami, el tercer taller, donde en la actualidad cada vez pasa más tiempo y que define como un espacio abierto al debate, al diálogo con gestores, comisarios, dinamizadores culturales. En definitiva, un epicentro de ideas, relatos, emociones. “El taller es un sitio en el que cada minuto me cuesta la propia vida. Mis tres talleres (Miami, Madrid, Berlín) son sitios duros, sitios de esfuerzo y de lucha”, señala el artista, quien explica su proceso creativo del siguiente modo: “La cuestión de compaginar los esfuerzos en piezas monumentales con múltiples trabajos de escala inferior tiene mucho que ver con lo que quiero hacer en escultura. Cualquier escultura, pero más una pública, tiene que ofrecer diferentes regalos, por decirlo de algún modo, desde cada uno de sus ángulos. Para mí nunca será un trabajo de simulación de ordenador. Es una labor en la que tengo que estar; necesito llevar adelante cada fase del proceso de la producción para crear algo en lo que de verdad crea y en lo que se conjuguen diferentes materiales y lecturas. Tengo que mirar mucho la pieza, doblarla, golpearla y sentirla durante un tiempo en el taller. Las obras de escala pequeña juegan un papel fundamental y la soledad en su ejecución también”. También la reutilización de los materiales y la sostenibilidad en todos los procesos empiezan a ser clave en su trabajo.
BALCÓN A LA HABANA
En Miami se emplaza una de sus realizaciones más llamativas por su simbolismo y significado político, Se trata de una escultura de 21 metros, aproximadamente la altura de un edificio de seis pisos. Su imponente estructura de acero inoxidable, parcialmente cubierto con luces LED, es visible desde la bahía y en toda la ciudad, cambiando el horizonte de Miami. El balcón de La Habana. Una silueta de acero inoxidable levantada el mismo día que murió Fidel Castro. Está ubicado en un parque que mira a la capital cubana estableciendo un puente de comunicación perdida. La obra partió de una imagen: la de los habaneros disfrutando de hacer vida en las azoteas, en los balcones, desde los que se hablan y se pasan condimentos para hacer la comida. Comenta Garaizábal que la instalación también tiene unan historia absolutamente milagrosa en cuanto a la superación de obstáculos en su ejecución, al cumplimiento de los plazos, etc. La segunda parte del proyecto, otro balcón ideado para ubicarse en el Malecón de La Habana, recrea el estilo Decó propio de las construcciones de Miami y ofrece una mirada de vuelta, abierta al entendimiento. Entre sus más recientes trabajos se incluyen también obras realizadas en la ciudad de Washington, donde el artista ha vuelto a experimentar lo mucho que disfruta de la labor en equipo. Tal y como él mismo apunta “Siempre digo que podría vivir sin el arte pero no sin la aventura. Necesito tener la sensación de que me adentro en un terreno que no conozco”.
En lo que respecta a sus influencias, señala que han ido cambiando muchísimo con el tiempo. En una primera etapa todo me perturbaba, intentaba crear un lenguaje propio y no quería que nada me arrastrara. Buscaba influencias sobre todo fuera del arte contemporáneo, en museos de la técnica, en exposiciones de arqueología, en cualquier otra cosa. Una vez más afianzado con mi lenguaje, me fui moviendo desde la Antigüedad al Renacimiento y de ahí a una modernidad más tardía, explica. Su referencias y emblemas son Brancusi, Calder, Julio González, Pollock, Serra, Christo, también aRobert Rauschenberg y JKoseph Beuys. Pero hay un español por le que siente predilección y es el enorme Eduardo Arroyo, representado por Galería Álvaro Alcázar, que también le representa a él.
EXPLOSIÓN
El cosmopolitismo y la aventura contante definen el trabajo de este artista. de tal suerte se apresura a señalar que “me eduqué en el posfranquismo y desde un primer momento tuve muy claro que partíamos de un enorme retraso cultural, que España no era suficiente, que había mucho que aprender de otros sitios más avanzados. No crecí en un entorno de orgullo nacional, ni de orgullo de ciudad, ni de autocomplacencia. Y ese no-nacionalismo de origen me ha servido para dos cosas: la primera para estar muy orientado hacia el viaje en la globalidad y aprender de otras ciudades; y la segunda, para terminar valorando por mí mismo, en su justa medida, la cultura e historia españolas. Con el tiempo, sin esperarlo, Madrid se ha convertido en una ciudad con un enorme atractivo”, argumenta.
¿Hacia dónde se dirige el artista? En el plano inmediato, dice que la dirección apunta a la creación de verdaderos talleres totales de escultura, donde se hagan absolutamente todos los procesos y que le lleven a implicarse a fondo, más allá del concepto, en la ejecución de las piezas. “He ido llegando hasta ahí a través de varias apuestas, que en su momento resultaron arriesgadas; desde la mezcla de líneas y luz a los entrelazados de madera, hormigón, ladrillo, cristal y cerámica que han ido reforzándome en el papel de hacedor”, declara.
Sus proyectos se han multiplicado en los últimos meses. Esculturas públicas en el Hay Festival, recreando una escultura suspendida en el aire, en Costa Rica, en Seul y la isla de Godaedo, en el centro histórico de Toledo, en Ciudad de Mexico, en Paris. La más reciente, la escultura monumental Ever Time Gate, en medio de Shanghai, que además ha sido votada por el público y la crítica como una de las tres ganadoras entre las 55 esculturas públicas de la ciudad, todas ellas de artistas de primera fila internacionales y chinos. Para Garaizabal formar parte de la escena artística china está siendo una auténtica revolución. Por un lado, se trata de la “la otra mitad del mundo” y para ser realmente global es una obligación absoluta. Por otro, habla chino y lo utiliza para generar el máximo debate artístico y profundizar todo lo posible en esta cultura que está teniendo una influencia creciente en su obra.
Texto, imágenes y vídeo, cortesía del estudio del artista en Madrid.
Etiquetas: Juan Garaizábal Última modificación: 8 septiembre, 2023