La exposición Punk. Sus rastros en el arte contemporáneo en el Centro de Arte Dos de Mayo, rastrea las influencias de uno de los movimientos más identificativos de la segunda mitad del siglo XX. No se trata de una revisión histórica del punk, sino de localizar la presencia de lo Punk como actitud y como referencia entre muchos creadores. Exposición que reúne a conocidos artistas que utilizan las variaciones de lo punk para reconvertir sus símbolos en preciadas obras de arte en circulación dentro del mercado y la institución. En palabras del comisario de la muestra, David G. Torres meter al punk en un museo es como traicionar al propio punk, aunque no hay nada más punk que ser un traidor.
En 1969 Yoko Ono y John Lennon celebraban su luna de miel encamados en la suite presidencial del Hotel Hilton de Ámsterdam en un acto de protesta no violenta contra la guerra y por la oportunidad de la paz mundial. Durante aquellos días de encierro y protesta, con bastante de festividad y expectación mediática, desfilaron por la suite numerosos amigos, personalidades, y muchos periodistas. Unos meses más tarde repitieron la encamada en el Hotel Queen Elisabeth de Montreal donde grabaron el célebre Give Peace a Chance. Culminaba así una época marcada por la guerra, el auge de las industrias musicales, la sociedad consumista y la cultura pop.
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Ante la ingenuidad de la utopía hippie junto al contexto cada vez más violento en Europa parecía inevitable que surgieran otros movimientos que reaccionaran frente a aquello. Guy Debord publica en 1967 una obra fundamental, La sociedad del espectáculo, donde plantea alguna de las propuestas más radicales y agitadoras de lo que resta del siglo XX. Fundador de la Internacional Situacionista, corriente intelectual de carácter contestario y desobediente que tenía su origen en el movimiento Dada de principios del siglo XX y su continuación en los letristas de los años 50, sentó las bases de las prácticas artísticas y del activismo de las últimas décadas del siglo XX y del XXI. Corriente filosófica a la que Vivienne Westwood y Malcolm McLaren se sentían muy vinculados y que fue la base para crear una estética y forma contracultural que transgredía tanto el pensamiento como las formas de la sociedad convencional. Frente a la generación flower power surgía una estética radical y antisocial que rápidamente fue asumida por una subcultura que se conoció como punk y que tuvo una enorme influencia en la escena musical de mediados de los años 70 gracias a Sex Pistols de la que McLaren fuera el productor. La corta pero intensa carrera de la mítica banda punk se precipitó con su God Save the Queen un grito que atacaba los más respetuosos y conformistas pilares de la sociedad inglesa y que causó un gran impacto mediático y social. El No Future de los Sex Pistols sintetiza esa mirada crítica y desencantada que rechaza el mensaje positivo, inocuo e ingenuo de la generación anterior.
La influencia del punk llega hasta nuestros días en el trabajo de numerosos y diversos creadores que todavía entienden el arte como un espacio de resistencia. Bajo el lema Punk is (not) dead –con toda la imprecisión que contiene la proclama-, sino que resurge en nuestro contexto actual de crisis sistémica, el CA2M propone su vigencia a través de un recorrido por algunos de sus rastros en el arte contemporáneo. Dice el comisario de la exposición, David G. Torres, que según avanzamos en el recorrido el volumen va subiendo, pero esto no es necesariamente cierto, pues el grito rabioso de antaño parece haberse calmado como si no necesitara llamar constantemente la atención, como ese ruido incómodo y expandido hasta desaparecer desde la caja insonorizada de João Onofre (2007/2015). El punk presentado bajo la convencional fórmula de la exposición donde acumular objetos re-significados que proponen una nueva –o no tan nueva- lógica histórica. El punk como actitud anti todo ahora convertido en cultura punk presentada bajo el orden de la institución, cuya estética y lenguaje han sido asumidos por las industrias culturales y por mucha otra gente que nunca tuvo nada que ver con aquello. Musealizar el punk es, posiblemente, constatar su muerte y resurrección.
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Punk. Sus rastros en el arte contemporáneo sigue la estela de otras exposiciones que han revisado las inevitables relaciones que desde la década de los 60 se producen entre las artes visuales y la escena musical. Exposiciones como Sonic Youth and etc.: Sensational Fix en 2010 o Pop Politics: Activismos a 33 Revoluciones en 2012, ambas en el CA2M y otras como This Is Not a Love Song en la Virreina de Barcelona en 2013 o Rock My Religion. Cruce de caminos entre el rock y las artes visuales, en el DA2 de Salamanca en 2008. Esta última, comisariada por Javier Panera es uno de los análisis más profundos sobre las influencias de la contracultura y la escena musical y popular en el arte contemporáneo, cuyo discurso giraba en torno a lo planteado por Dan Graham en el vídeo Rock My Religion (1983-1984) el documental que analiza el contexto neoyorkino del punk, noise y new wave. Junto al ensayo de Greil Marcus, Rastros de Carmín de 1989, sirven como genealogía de un movimiento que reaparece buscando su persistencia contemporánea.
NO FUTURE
¿Qué es el punk sino una mirada crítica que rechaza el mundo tal y como se nos presenta? Esta negación punk es una constante en las prácticas artísticas contemporáneas desde aquel famoso No Future de los Sex Pistols. La exposición del CA2M toma como punto de partida precisamente ese lema que Jordi Colomer ha transformado en un letrero luminoso sobre un automóvil en la video-performance No? Future! (2006) que pregunta y responde al mismo tiempo, sin concluir nada. Tan distante del NO hiperbólico y rotundo de No Global Tour (2009-2012) de Santiago Sierra que ha recorrido distritos financieros, zonas industriales, barrios de trabajadores y centros de poder –incluyendo algunos museos y ferias de arte- de varios países del primer mundo para expresar el hartazgo político y social de la realidad contemporánea.
LA SOCIEDAD DEL ESPECTÁCULO
Las proclamas y el grafismo punk son seguramente los más evidentes rastros en la contemporaneidad. El God Save the Queen (1976) de Jamie Reid, es uno de los diseños más repetidos desde que ilustrara la canción de los Sex Pistols y recuperado con más o menos radicalidad en los billetes de Hans-Peter Feldmann (2012) y Carlos Aires (2013). Como pervive también la iconología del fanzine de 1968 de Luis Miracle y Nazario, recuperado y acabado bajo una nueva lectura porno-gay por Antoni Hervàs Figues Febles (2014) o el grafismo de las colaboraciones de Eulàlia Grau con el fanzine anarquista Black Flag (1979).
Los rastros en el arte contemporáneo no oculta el carácter nihilista y las conexiones con el anarquismo en las que se desarrolla el punk como respuesta violenta a un sistema económico, político, social y cultural al que se considera violento. De ahí las referencias a la violencia simbólica o real, herencia del detournement situacionista y vigente en la subversión de imágenes y símbolos. Violencia literal contra el neocapitalismo en las obras del colectivo Claire Lafontaine; o física en los autorretratos de Nan Goldin tras recibir una paliza o por los efectos de las drogas, y en la imagen vejada de Raisa Maudit.
Proclamas recurrentes para el arte contemporáneo como el kill yr idols de Sonic Youth, que reaparece en la obra de Gavin Turk (2000) autorretratándose como Sid Vicious imitando la pose de Elvis según la serie de Andy Warhol, un complejo juego de estereotipos del artista- icono. O en la película de Christian Marclay, Guitar Drag (2000) donde una guitarra es arrastrada como alegoría de la violencia cultural y el placer cruel que ocasiona la acción destructiva, tan reiterada en la escena musical. La autodestrucción convertida en gesto simbólico en el disparo de Chris Burden (1973); gesto expresivo en el autorretrato de Jean-Michel Basquiat, Beast (1983); o gesto metafórico en la obra de DETEXT Ikea or Die. A Map of Guatemala Made with 9mm Casings (2013).
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GRRRLS
A pesar del impulso libertario del punk y la reivindicación de comportamientos no normativos, no se puede negar el carácter sexista y homofóbico de un movimiento que, como otros, surge controlado por hombres y que imitaba comportamientos machistas y conservadores. Que al punk se incorporaran muchas mujeres se debe en parte a la convivencia con otros movimientos que encontraron en las formas de sexualidad no normativa y en la androginia el campo de batalla para la lucha feminista y queer. En este contexto y como respuesta al papel secundario de algunos referentes femeninos –y feministas- dentro del punk, surge tardíamente el movimiento Riot Grrrl que coincide en Nueva York con otras formas de activismo feminista como el de las Guerrilla Girls. La acción de Itziar Okáriz Mear en espacios públicos (2001-2004), una subversión de los roles masculinos y femeninos, o las inocentes muñecas con atributos sexuales y políticos de Natascha Stellmach (2006-2012), son en cierto modo herederas de las violentas imágenes Action Pants, Genital Panic (1969) de la pionera punk VALIE EXPORT. El cuerpo se convierte así en soporte político de una nueva batalla contra la estética viril y el triunfo del minimalismo.
La exposición Punk nos descubre su vigencia y la pervivencia de su contexto a través de un rastreo por artistas que incorporan como lenguaje el ruido, el feísmo, la tipografía o repetidos eslóganes. Pero también nos deja ver entre líneas la traición del punk a sí mismo, convertido en un espectáculo de consumo que ha acabado tolerando la disidencia política y artística. Algo que Tracey Emin evidencia en I’ve Got It All (2000).
Artistas: Carlos Aires, Martin Arnold, Fabienne Audeoud, Bill Balaskas, Jean-Michel Basquiat, Laurent P. Berger, Chris Burden, Tony Cokes, Jordi Colomer, Brice Dellsperger, Christoph Draeger, Jimmie Durham, Tracey Emin, Mario Espliego, Ant Farm, Hans-Peter Feldmann, Claire Fontaine, Chiara Fumai, Iñaki Garmendia, Kendell Geers, Gelitin, Nan Goldin, Douglas Gordon, Dan Graham, Eulàlia Grau, Guerrilla Girls, Johan Grimonprez, Antoni Hervas, Mike Kelley, Martin Kippenberger, João Louro, Christian Marclay, Raúl Martínez, Raisa Maudit, Paul McCarthy, Jonathan Messe, Jordi Mitjá, Joan Morey, Janis E. Müller, Matt Mullican, Itziar Okariz, João Onofre, Antonio Ortega, Tony Oursler, Mabel Palacín, Juan Pérez Aguirregoikoa, Raymond Pettibon, Maria Pratts, Tere Recarens, Jamie Reid, Tim Reinecke, Martín Rico, Aida Ruilova, Pepo Salazar, Santiago Sierra, Federico Solmi, Natascha Stellmach, Gavin Turk, VALIE EXPORT
Fechas: Del 26 de marzo al 4 de octubre de 2015
Lubar: Centro de Arte Dos de Mayo, CA2M, Móstoles (Madrid)
[…] publicado en PAC el 27 de marzo, […]