La galería Manuel Ojeda acoge la exposición “ABISAL. La penumbra como punto de partida”, individual de la artista Ana Beltrá, en la que encontramos un conjunto de piezas de pintura de gran formato en donde se representan escenarios de una naturaleza desordenada y sin control: una serie de escenarios boscosos solapándose que emergen de un fondo en penumbra, como punto de partida, y que dialogan en forma de dípticos con lienzos adyacentes donde predominan grandes masas de color.
La idea es dar lugar a un contraste cromático y a una yuxtaposición de escenarios que dialogan entre las dos piezas en las que se plantea una nueva lectura para entender esta propuesta de pintura. Se trata de un nuevo ejercicio (dentro del discurso pictórico de Ana) de unión dispar entre densidad y ligereza, de figuración y abstracción, de formas orgánicas y líneas geométricas de dos lienzos que, entrecruzando conceptos distintos, juegan a crear un todo común.
A partir de una figuración inacabada y detalles de plantas sin terminar, se construye un panorama boscoso de fuertes contrastes cromáticos con la intención de ir a lugares de desasosiego natural donde replantear las propias capacidades. Pretende construir refugios de intimidad al borde de la zona de confort donde se sienta el freno de la línea fugaz de nuestro tiempo. Hacer florecer la voluntad más profunda de perseguir el deseo de respirar naturalidad y autenticidad a través de experiencias desafiantes.
Tras haber plasmado el sedimento vivencial dejado por las extensas junglas salvajes en exposiciones anteriores tanto de un prisma figurativo como abstracto, la artista plantea el reto de juntar ambas visiones pero conduciéndolo hacia un escenario más inquietante y onírico: Abisal.
Ana Beltrá explica: “En lo pictórico, mi reto es huir de la luz sin perder intensidad cromática, dando profundidad y buscando un sentimiento determinado: En las profundidades es donde habita lo desconocido, lo que nos infunde un temor atávico pero no por ello malicioso…Lo Abisal genera inquietud pero es apasionante; no deberíamos renunciar a él. La premisa de partida puede ser que, al igual que nuestro organismo necesita de continuas interacciones que maduren nuestro sistema inmune, nuestra mente necesita de estímulos que mantengan nuestras ensoñaciones vivas y nuestro sentidos alerta. No en la alerta nociva y alienante del mundo contemporáneo, sino en la retante alerta primitiva a lo desconocido, en dónde la mejor de tus versiones se pone a prueba. Este tipo de temores es el que nos ha llevado a ser lo que somos, como especie y como individuos, y a desarrollar los mecanismos barrera de los que ahora abusamos. Y es también el que nos impulsa y da confianza una vez trabajado. Busco, en resumen, que dicho desafío genere un valor positivo.
Los artistas buscamos lugares de inspiración donde los fenómenos de creación sucedan de la manera más espontánea posible. Desde esa perspectiva, las junglas que planteo buscan reflexionar sobre qué variables hacen de un rincón un espacio de inspiración y por qué no tratamos de construir dichos entornos en nuestro acontecer diario. Quizá una de las variables sea la necesidad del retorno a lo natural, al vergel perdido, a los sonidos y colores que antaño nos rodeaban. Incorporar las plantas en nuestra rutina no como algo ornamental sino como necesario para nuestra higiene mental se antoja como una alternativa racional.”
Fechas: Hasta el 20 de julio de 2018
Lugar: Galería Manuel Ojeda, Las Palmas de Gran Canaria