Irene Fenara es una joven artista que está interesada en diferentes medios de expresión, incluido el video y la fotografía. La fotografía siempre le ha fascinado como escultura.
En instalaciones de video como en la práctica fotográfica, su interés siempre se centra en la idea de movimiento en el espacio y el tiempo y en la necesidad de orientación que resulta de ello. Para eso, ella usa imágenes que llevan las huellas de un movimiento, e invierte los puntos de vista o genera situaciones de desorientación espacial. Irene usa la desorientación para separar la familiaridad de lo que vemos, para volver a visitarla desde un ángulo ligeramente diferente. Ella cuestiona lo que se da por sentado. Irene Fenara usa una cierta sensibilidad visual. La visión es una construcción cultural construida y aprendida cada vez más rápidamente en la circulación y saturación de imágenes de nuestro tiempo. La historia de la visión está inevitablemente vinculada a las tecnologías ópticas y visuales que se insertan en nuestros ojos y transforman su capacidad de ver y, por lo tanto, de pensar.
Irene Fenara continúa su investigación sobre la estética de la supervisión y el control, presentando una selección de imágenes de cámaras de vigilancia guardadas en un flujo continuo que las elimina cada 24 horas. Las imágenes producidas son a menudo borrosas, estropeadas por una serie de errores. Se apropia de las herramientas del mundo contemporáneo que guían y determinan la forma en que vemos, incluso utilizando imágenes de cámaras de vigilancia. Un instrumento nunca es una tecnología simple. Este trabajo es perturbador porque presenta un mundo aparentemente sin ser humano donde parece la única habitante. Ella se pone en la escena ausente de la vida humana. Es la única testigo. Es la resistencia. Fragmenta el mundo deconstruyendo la percepción visual y espacial.
El trabajo artístico de Irene Fenara explora el gesto detrás de cada aspecto de la fotografía. Ella observa, investiga e interpreta. En su trabajo presentado a Adiacenze “Si el cielo huye”, Irene cambia la percepción del espacio. Tomó posesión del espacio uno tras otro, uno dentro del otro. Modificó el espacio real aplicando fotos grandes y luego tomó fotos en el espacio modificado para proyectarlas en la pared posterior. El video es un zoom largo que atraviesa todo el espacio. La vista opuesta e invertida confunde las coordenadas, el punto de vista se invierte y cuestiona los puntos de orientación espacial y los puntos de referencia.
En su trabajo “Me he distanciado”, Irene presenta un trabajo que consiste en un conjunto de polaroids de cuatro nivelaciones lado a lado como un plano cartesiano en el que el patrón horizontal representa el espacio, luego las distancias, posicionando las fotografías de la más alejada a la más cercana. Es un trabajo emocional que se basa en la ciencia. El proyecto nació y se desarrolló a partir de los estudios antropológicos de Edward T. Hall sobre proxémica, que analizan las distancias que la humanidad da en la comunicación y en sus relaciones con otros en la sociedad. Irene coloca la lectura de experiencias cotidianas bajo una nueva luz. De hecho, intenta descifrar algo tan abstracto como el amor, los afectos y las amistades gracias a un criterio muy preciso: la medición del espacio. Fotografió instintivamente a amigos, familiares y conocidos, y luego, solo después de tomar la fotografía, tomó medidas con un medidor. Grabó todas las distancias, fechas y horarios. Es un proyecto estrechamente relacionado con una temporalidad precisa. De hecho, las relaciones cambian con el tiempo. La coloración de las diferentes fotografías también muestra la sucesión de diferentes estaciones. Esta instalación permite una verdadera lectura multinivel de los diferentes aspectos que determinan el trabajo de Irene Fenara.